Aunque existen unas fechas y horarios limitados en los que los aficionados pueden tirar petardos –puede que en la misma ventana o zaguán de tu casa–, este es un país en el que si dejas una puerta abierta, alguien meterá la cabeza y, si no ve a nadie, entrará. O sea, que de nuevo en estas navidades se han explosionado donde a cada grupo de gañanes le ha salido de sus gónadas (suelen ser machos) y a las horas que a cada rey de su ombligo le haya parecido bien tirar esos molestísimos juegos de pirotecnia (existen otros panorámicos y luminosos, y no estruendosos ni repentinos).

Funciona la innovación en esta industria: hay explosivos que imitan muy bien las ráfagas de metralleta o los disparos de subfusil –dices tú de mili–, de manera que la primera de las varias veces que escuché estos nuevos zambombazos tan disruptivos y divertidos para cuatro gatos, y agresivos parar el resto, no pude evitar pensar en milicias urbanas luchando ahí fuera, bajo mi balcón, contra otros grupos armados. No quisiera mentar a la bicha, pero la sensación fue tal cual lo digo.

Deberían prohibirse, especialmente en sitios habitados. Es mi opinión, por supuesto. Los liberales de su propio albedrío, los libertarios de su libertad soberana y sin coto, pase lo que pase a los demás, exclamarán “¡liberticida”! El artillero de traca y matraca te argüirá que “hoy por ti mañana por mí”, que él soporta otras cosas molestas. No sólo escribo esto para recordar que las personas que padecen alguna enfermedad del espectro Asperger sufren lo indecible, como sus padres u otros allegados que los ven sufrir, tan innecesaria y prescindiblemente, por el capricho cafre de unos pocos. Entran en pánico y en shock, sufren convulsiones o algo peor, creen que aquello es para siempre, quizá que sea el final. De los perros cabe decir lo mismo: el Rambo de barriada te dirá “paso de tu perrito, es un animal”, aunque haya millones de mascotas queridas en España. Las personas mayores, los enfermos.

Es subdesarrollado tirar petardos o ristras de ellos, bombas y demás remedos de lo peor de los humanos, la guerra. Ya es algo incomprensible parar la mayoría, quizá con excepción de algunas fiestas mayores del Levante, que van de eso. ¿Exagerado? Eso pensará quien no conoce cómo sufren los inocentes. Ni le importa, cabe reiterar: he ahí lo doloroso. Yo fui niñato y tiré petardos, si eso interesa a alguien.

Es un rasgo de sociedad atrasada eso que se da en llamar alta “contaminación acústica”. ¿Que siempre se ha hecho? Cierto es. También se vaciaban los orinales por la ventana y se amarraba a los locos.

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