Celta de Vigo-Real Betis · la crónica

Otro más al debe por los riesgos (3-2)

  • El Betis no es capaz de dar el paso hacia la zona noble de la tabla por culpa de sus errores a la hora de tocar el balón atrás.

  • El Celta de Unzué, un clon de los béticos con más velocidad, vence con toda justicia.

Nueva decepción del Betis cuando se le exige que dé ese pasito hacia la zona más noble de la clasificación. Los verdiblancos salieron derrotados con toda justicia de Balaídos en una cita que cabría situar en el debe en el libro de Quique Setién. El loable, en la teoría, ideario del técnico cántabro se topó con dos errores flagrantes en la salida del balón y eso les costó a los suyos dos goles, el primero y el tercero, como pudieron ser algunos más. Es una posibilidad que se multiplica de manera exponencial cuando se toca y se toca en esas zonas tan comprometidas, pero el Betis de la contemporaneidad tiene asumida esa forma de jugar al fútbol y no queda otra que creer en ella. Eso sí, muchos fieles de la fe balompédica radicada en Heliópolis pensaran, con cierto pesar incluso, que vaya cruz que les ha caído encima con este estilo tan osado.

De cualquier manera, habrá que esperar hasta el fin del curso para evaluar, ya con todos los datos en la mano, si ha merecido la pena esta apuesta. Con el vaivén de los resultados es evidente que en unas semanas se jura en arameo en contra de los riesgos tan innecesarios, pero en otras se pasea con el pecho henchido por las exhibiciones goleadoras del equipo de Setién. Al final, lógicamente, todo depende de ganar o perder, que es lo único que de verdad tiene un valor absoluto en este bendito deporte.

Al Betis le tocó esta vez perder y, por tanto, no hay nada que pueda redimir a Setién de semejante planteamiento. El propio Guardado, en sus declaraciones al final, aceptaba las razones de la derrota y pronunciaba con cierta incredulidad el siguiente concepto: "Hemos asumido esta manera de jugar y no queda otra que aceptar los riesgos". Perdónenme si la cita no tiene una exactitud total, pero el pensamiento del mexicano sí se resume con esa sentencia. Precisamente él, que había sido protagonista del segundo de los errores cuando se lió con Fabián en una salida del balón y se lo regaló a Iago Aspas para que entre éste y Brais Méndez se encargaran de materializar el tercer gol local.

El partido se había esfumado de una manera casi definitiva después de que una acción aislada hubiera brindado una segunda oportunidad a los béticos de pelear por sumar un punto. Pero había sido un espejismo, un centro aislado desde la derecha bastante fácil para Rubén Blanco en teoría, pero que el guardameta local no supo atajar para que Durmisi y Sergio León ejecutaran a la perfección dos toques rápidos y precisos para hacer el dos a uno y darles una segunda vida a los suyos. No sirvió para nada.

Como no había servido un primer periodo en el que Setién volvió a apostar, una vez más, por ese sistema táctico que tan bien le ha venido en ocasiones con Fabián en la ayuda de Javi García. Era un Betis esta vez mucho más parecido a un 1-4-2-3-1, pues Guardado adelantó su posición para estar a la altura de Joaquín y Tello, bastante ineficaces por las bandas en este encuentro. El Betis salía con el catecismo de tocar y tocar, pero se encontró en el otro rincón del cuadrilátero a un Celta que hacía prácticamente lo mismo. Eran como dos gotas de agua con la diferencia de que los vigueses lo hacían con un punto de más velocidad en la circulación del balón.

Y en esa fase de fútbol de toque, sin más, llegó la primera pérdida del Betis en su zona más comprometida. Ya había podido suceder con anterioridad, pero esta vez el pase de Adán hacia Javi García puso en el compromiso al medio centro, quien no fue capaz de quedarse con la pelota. El Celta, en apenas dos toques, dejaba a Iago Aspas ante el cancerbero bético en un uno contra uno semejante a un penalti en movimiento. Gol fácil y 1-0 para los locales en muy poquito tiempo.

Barragán salta de cabeza. Barragán salta de cabeza.

Barragán salta de cabeza. / efe

Pero el planteamiento no varió. Ni el Betis ni tampoco el Celta saben jugar de otra manera. Tocan, tocan, buscan ayudas para triangular, para asociarse particularmente por el centro y desde ahí, si alguien tira un desmarque de ruptura, tratar de ponerlo ante el gol. Ninguno de los dos llegó a conseguirlo en un primer tiempo que se consumió sin opciones de gol para ambos equipos.

Es decir, hasta ahí, si se me permite, mucho gilifútbol con poca verdad en el mismo. Eso sí, estéticamente habrá quien pueda pensar que es bonito semejante ideario balompédico y cabe respetarlo, lógicamente. Tras el intermedio sí hubo una variación y es que el Celta fue a robar mucho más arriba y más de verdad, con el deseo de hacerle daño al Betis. Amenazó Maxi Gómez en un cabezazo cruzado en un córner y el tanque uruguayo obligó a Adán a hacer dos buenas paradas, excelente una de ellas, para evitar el 2-0. Hasta que una llegada de Jonny fue cabeceada por Maxi Gómez solo.

El Betis estaba contra las cuerdas, pudo ser rescatado por el gol de Sergio León y acabó en la lona con la última pérdida de Guardado. Pese al penalti ya casi testimonial, el debe acumula un nuevo apunte en rojo para Setién y a partir de ahí, pues no queda otra que seguir creyendo en el método, aunque cueste muchísimo trabajo hacerlo, la verdad.

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