el rastro de la fama· José joaquín León. Periodista y miembro del consejo editorial del grupo joly

"La A-92 ha unido a Andalucía como ningún político lo ha hecho"

  • Ha hecho prácticamente de todo, desde información política hasta crónicas del Sevilla y el Betis

  • Actualmente asume el reto de escribir sendas columnas diarias sobre Sevilla y Cádiz

José Joaquín León vive a caballo entre Cádiz y Sevilla, ciudades en las que ha desarrollado la práctica totalidad de su prolífica carrera como periodista. Nacido en Cádiz en 1955, tras estudiar la carrera en Madrid, fue uno de los jóvenes reporteros que tuvieron el privilegio de vivir y cubrir la Transición -una de las épocas doradas del periodismo español- y el complicado y tenso proceso por el que Andalucía consiguió su autonomía. En el oficio ha hecho prácticamente de todo, desde información política hasta crónicas del Sevilla y el Betis, pasando, por supuesto, por la información cofradiera, una de sus grandes pasiones (en la actualidad, es teniente de hermano mayor de la Soledad de San Lorenzo). Su valía profesional le ha llevado a desempeñar cargos directivos tanto en el Abc de Sevilla como en el Grupo Joly. Actualmente, es miembro del Consejo Editorial del Grupo Joly y escribe una columna para el Diario de Sevilla ('Las dos orillas') y el Diario de Cádiz ('El Palillero'). También participa en la tertulia política del programa televisivo Noticias del Mediodía, de Canal Sur. Como escritor es autor de una biografía del escultor Luis Álvarez Duarte y de la novela Me casé con un periodista. Fue merecedor del XXV Premio Andalucía de Periodismo.

-No sé si el mundo, como decía Villalón, se divide entre Sevilla y Cádiz, pero su vida desde luego que sí.

-He vivido mucho tiempo en las dos ciudades. He hecho tantas veces el camino entre Sevilla y Cádiz que, a veces, no tengo la conciencia de cambiar de ciudad. Me siento muy sevillano en Sevilla y muy gaditano en Cádiz, aunque hay personas que dicen lo contrario. Tengo un poco la doble nacionalidad.

-¿Son ciudades muy distintas?

-Tradicionalmente se ha dicho que Sevilla es más conservadora y que Cádiz es más liberal, pero eso son tópicos. La mejora de las comunicaciones entre las dos ciudades ha reducido mucho las diferencias. Aun así, es cierto que la condición marítima de Cádiz le ha dado un carácter más liberal, mientras que el peso de la agricultura en Sevilla, sobre todo a partir del siglo XVIII, la hizo durante un tiempo más conservadora.

-Hay que ser sinceros. Los sevillanos queremos más a Cádiz que los gaditanos a Sevilla.

-Eso es verdad. El motivo es porque desde Sevilla se ve a Cádiz como una ciudad complementaria. Cádiz tiene lo que le falta a Sevilla: el mar. Sin embargo, últimamente, ha aumentado el aprecio de los gaditanos por Sevilla. Es cierto que existe una rivalidad histórica que se heredó de la oposición de Sevilla al traslado de la Casa de la Contratación a Cádiz, algo que los gaditanos vivieron como un boicot a la prosperidad de su ciudad. Esa idea, con el tiempo, perdió todo su sentido, pero de alguna forma siguió latente en la mentalidad de algunos. El hecho de que, hoy en día, haya muchos gaditanos que estudian y trabajan en Sevilla ha servido para mejorar la relación.

-Actualmente, usted escribe todos los días una columna sobre actualidad gaditana en 'Diario de Cádiz' y otra de actualidad sevillana en 'Diario de Sevilla'. ¿No se lía nunca? ¿No le crea cierta esquizofrenia?

-Efectivamente es un poco esquizofrénico, en el sentido de que, como le decía antes, me obliga a sentirme sevillano en Sevilla y gaditano en Cádiz, adecuarme a la mentalidad de cada ciudad.

-¿Cuál de las dos ciudades es más peligrosa para un columnista?

-Es más difícil escribir de Sevilla que de Cádiz. Allí hay más tolerancia que aquí, se aceptan mejor las críticas.

-¿Y a qué se debe esto?

-Al carnaval. Yo critico mucho al alcalde de Cádiz y, sin embargo, tengo una buena relación con él.

-Con Kichi hemos topado. ¿Cómo es?

-Es un hombre que ha sido caricaturizado, un personaje que haría una buena labor en la oposición municipal, pero que todavía no se cree que es el alcalde, lo que condiciona mucho su funcionamiento. Ha estudiado Historia y ha sido profesor, pero proviene del mundo del carnaval, lo cual le ha dado sentido del humor y tolerancia ante la crítica. Creo que ha llegado demasiado pronto a la Alcaldía y que le viene grande.

-¿Y quiénes mandan más, los carnavaleros en Cádiz o los capillitas en Sevilla?

-Ambos condicionan mucho la acción municipal en sus respectivas ciudades.

-Es usted una firma muy reconocida sobre el mundo de las cofradías. Ahora es teniente de hermano mayor de la Soledad de San Lorenzo. ¿Le gusta lo que ve desde dentro?

-Sí, me gusta. Al capillita también se le ha caricaturizado bastante como una persona inculta, apegada en exceso a la tradición y resistente al progreso de la ciudad, lo cual es totalmente injusto. En las hermandades hay personas de todo tipo, es un mundo muy transversal... Ese interclasismo de los cofrades es una de las causas del éxito de la Semana Santa en la ciudad.

-Los 'anticofrades', que también los hay en abundancia, critican mucho el peso excesivo que las hermandades tienen en el mundo social y político de la ciudad.

-Las hermandades tienen el peso que se han ganado a lo largo de la historia. Las cofradías han ayudado mucho a vertebrar la sociedad sevillana. Pensemos en los barrios. A veces se decía "hermandad, parroquia y barrio son una misma cosa". En lugares como el Tiro de Línea o el Cerro del Águila, las hermandades han hecho una labor social fundamental. Es muy injusto eso que se dice de que por culpa de las tradicionales locales, como la Semana Santa o la Feria, la ciudad no ha progresado más. Sí se le puede reprochar a la Feria una cierta condescendencia con el poder de Madrid, al que siempre se le ha acogido muy bien en estas fechas. Eso, en contra de lo que se podría suponer, no nos ha servido para conseguir las ventajas que otras regiones más reivindicativas como Cataluña. Madrid nunca le ha dado nada a Sevilla. De hecho, la última gran transformación de la ciudad, durante la Expo 92, se produjo cuando mandaban en la capital de España dos sevillanos: Felipe González y Alfonso Guerra.

-¿Cuáles han sido sus referentes como columnista?

-Como columnista, y más estando en Sevilla, Antonio Burgos. Entré en Abc como becario cuando tenía 23 años y Burgos ya era redactor jefe. Vi de cerca cómo escribía, cómo trabajaba. Fue mi maestro. Después, en Diario de Sevilla, está Carlos Colón, que tiene un sello muy personal.

-¿Y su paisano Pemán?

-Hay gente que dice que tengo cierta influencia de Pemán, pero hablamos de un hombre de un tiempo muy anterior al mío. Pemán me ha influido, sobre todo, en la ironía gaditana.

-¿Qué le parece el linchamiento al que se está sometiendo a su figura?

-Totalmente injusto. Pemán es un personaje sin el cual no se entiende la literatura española del siglo XX, un hombre completamente marginado por unos motivos políticos que han sido distorsionados. Hay varios pemanes: es cierto que existió el falangista, pero también el monárquico que, ya recién terminada la Guerra Civil, se puso a tabajar para que volviesen la monarquía y los partidos políticos a España. A su manera, trabajó durante mucho tiempo por la democracia. Eso no se le ha reconocido nunca.

-Usted ha tenido una dilatada carrera como periodista, oficio que comenzó en unos momentos especialmente dorados para el gremio, la Transición.

-Cuando llegué a Abc, en el 78, se estaba dando un relevo generacional muy importante que llevó a las redacciones a mucha gente joven. Yo fui jefe de sección con 26 años, redactor jefe con 28, subdirector con 36. Eso hoy en día es prácticamente imposible. Aprendí mucho en aquella redacción de personas como Antonio Colón, Manuel Ferrand, Manuel Lorente, Julio Martínez Velasco, Manuel Olmedo y el director, Nicolás Salas, entre otros periodistas veteranos que ya estaban allí y que supieron hacer una nueva generación de profesionales.

-En esos años se produjo en Andalucía un momento muy especial: el 28-F.

-Fui uno de los encargados de cubrir el 28-F para el periódico, junto a David Fernández Cabeza. Fue un momento histórico impresionante, con una gran conciencia andalucista. Los andaluces nos negábamos a que nuestra región la metieran en el vagón de cola autonómico del artículo 143. Hay que destacar el papel de dos personas fundamentales para nuestra autonomía. El primero fue Manuel Clavero, que con su actitud tan digna y coherente de dimitir y abandonar la UCD hizo que un gran sector de la clase media y del centro-derecha de Andalucía vieran que la autonomía no era algo exclusivo de la izquierda. Esto le dio una gran cohesión social a la causa autonomista. El segundo es Rafael Escuredo, el hombre que verdaderamente consiguió que el PSOE apoyara la autonomía por la vía del artículo 151, apoyo sin el cual el referéndum habría fracasado. También se ha olvidado el papel del Partido Andalucista de Rojas-Marcos para que Andalucía llegase a la Autonomía plena por el artículo 144, ya que el referéndum había triunfado moralmente, pero no desde el punto de vista legal, porque en Almería no se ganó.

-¿Le queda buen sabor de todo aquello?

-Al final, en cierta forma fue frustrante. El 28-F fue aprovechado por el PSOE para llegar al poder. Es verdad que Andalucía tuvo una Autonomía plena, pero también que las diferencias que iban a existir entre las autonomías del artículo 151 y las del 143 se descafeinaron, con lo que el referéndum en sí fue estéril. A la larga, Andalucía no tuvo más autonomía que el resto de regiones por aquella gran movilización.

-Sí, pero consiguió la máxima igualdad territorial entre todas lar regiones.

-Sí, pero lo que de verdad quería Andalucía era tener tanta autonomía como la que más, equipararse con las llamadas nacionalidades históricas. Si nos fijamos, los dos hombres fundamentales, Clavero y Escuredo, no tuvieron después el protagonismo político que hubieran merecido.

-Hablaba usted de su frustración.

-Cuando pasó el 28-F dejé la información política y me pasé a deportes. Tanto yo como mi compañero terminamos agotados. Por una parte, Nicolás Salas, director entonces del Abc de Sevilla, estaba a favor de la autonomía, pero el Abc de Madrid no. Se creaban situaciones muy tensas y nosotros estábamos en medio.

-Tras años de autonomía, parece que no hay una conciencia andaluza en la población. Las provincias siguen teniendo mucho peso.

-Sí, las provincias siguen teniendo mucha fuerza, quizás por el importante papel de las diputaciones. Pero, sin embargo, sí se ha logrado algo muy importante: superar la profunda división entre la Andalucía Occidental y la Oriental. En su momento, incluso hubo gente de UCD de Granada que proponían que fuesen dos regiones distintas. Hoy en día, prácticamente ya no habla nadie de eso. Creo que en esto ha tenido mucha importancia la construcción de la autovía A-92. La A-92 ha unido a Andalucía como ningún político lo ha hecho.

-La autonomía no ha conseguido la convergencia con las regiones más ricas de España. Seguimos en el vagón de cola.

-Hubo un presidente, Manuel Chaves, que hablaba mucho de la convergencia. No la consiguió, pero al menos hablaba de ella. Hoy en día ni se saca el tema. Es cierto que Andalucía ha mejorado mucho y que arrancamos la autonomía con déficit históricos, especialmente en la renta y la educación, pero también lo es que seguimos por detrás de las regiones del norte. En este sentido sí podemos hablar de un fracaso de la autonomía.

-¿Toca ya cambiar de partido gobernante?

-Eso tendrán que decidirlo los andaluces... aunque es cierto que, en Democracia, no es normal que un partido esté en el poder 40 años.

-¿Qué necesita la derecha para gobernar en Andalucía?

-Ha estado muy cerca un par de veces, pero le ha faltado llegar más al mundo rural. El PP ha sabido convencer a las ciudades, pero no al campo.

-Hablemos de Sevilla. La sensación general es que, actualmente, tiene poco pulso. Estamos haciendo algo que nunca habíamos hecho con anterioridad: mirar con cierta envidia a Málaga.

-Creo que es un error mirar a Málaga, porque Sevilla es una ciudad con más peso histórico. En el presente sigue siendo así, y Sevilla tiene empresas más importantes que Málaga. Su potencial le ha llevado a ser la capital de Andalucía.

-Sin embargo, se le niega sistemáticamente un estatuto que la reconozca como tal.

-Es cierto que, a lo largo del tiempo, otras ciudades han visto con recelo que todo el poder se concentrase en Sevilla, de ahí, por ejemplo, que la capital de la justicia esté en Granada, pero la realidad se ha impuesto.

-¿Qué le parece Espadas? Es curioso, le gusta a la derecha.

-Es un buen alcalde que sabe aglutinar voluntades. También sabe no ser demasiado polémico. Él dice que es de centro, pero yo creo que es de derechas o izquierdas, según cuando le conviene. En esto hay que tener en cuenta su situación de debilidad. No ganó las elecciones y, por lo tanto, necesita apoyos. Los alcaldes de Sevilla han sido históricamente muy criticados, desde Uruñuela hasta Espadas, lo que ha dificultado mucho su trabajo. Eso, por ejemplo, no ha ocurrido en Málaga. A Francisco de la Torre le ha favorecido mucho el papel de los medios de su ciudad, que han sido mucho más condescendientes con su labor.

-¿Y el Puerto? En este asunto tendrá el corazón dividido.

-Escribo lo mismo sobre el Puerto de Sevilla aquí y en Cádiz. Creo que Sevilla tiene un puerto muy importante y que tiene la ventaja de ser el único fluvial de interior en España. Sin embargo, el dragado me parece un error, porque además de crear un problema medioambiental, nunca conseguirá que el Puerto de Sevilla compita con el de Algeciras o que atraiga a los mismos cruceros que los de Cádiz o Málaga. El Puerto de Sevilla debe centrarse en los barcos que pueden subir por el río, pero no intentar lo imposible.

-No quisiera acabar la entrevista sin preguntarle por el complicado futuro de la Madrugada.

-Será muy difícil recuperar el espíritu de normalidad en la Madrugada, no sólo por las carreritas, sino también por la amenaza yihadista. Antiguamente, en los 90, teníamos la teoría de que las bullas se autorregulaban, pero en la Madrugada de 2000 se nos cayó la venda de los ojos. Al final, el origen de las carreras es simplemente el miedo. Deberíamos ser capaces de vencer ese miedo... nos podemos encontrar con una Madrugada irreconocible debido a las medidas de seguridad.

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