Aunque lleva 22 años viviendo en Andalucía, "mi tierra por elección, a la que llegué por amor", Itziar Aguirre es hija de una familia de vascos que emigró a Madrid. Le delata una manera de hablar que, aunque ella señala como mesetaria, al entrevistador le recuerda más a la dura y contundente simpatía que exhiben los habitantes de los valles de Guipúzcoa. Hija, hermana y nieta de agrónomos, esta profesora quiere pensar que su elección tuvo más de decisión personal que de determinismo familiar. Sin duda, el hecho de que en su casa "se hablaba todo el tiempo de agronomía" tuvo que influir en una vocación que, sin embargo, ha huido de la ingeniería "productivista" que puso de moda la llamada revolución verde -proclamada triunfalmente en 1968 por William Gaud-, para abrazar la agricultura ecológica, disciplina que enseña en la Universidad de Sevilla. No obstante, sólo hace falta hablar cinco minutos con esta militante de Equo para darse cuenta de que, para ella, la agricultura ecológica es algo más que una disciplina académica o una técnica de cultivar la tierra. Más bien, es una manera de estar en el mundo. O, mejor dicho, una manera de cambiar un mundo en el que 1.000 millones de personas no tienen acceso a una alimentación suficiente.