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Historias personales de devoción que se renuevan cada año

  • Muchos sevillanos acompañaron a la Patrona en su salida a pesar de ser sábado y del intenso calor · Eclosión de sillas plegables con cinco filas frente a la Puerta de los Palos

La primera vez que vio a la Virgen de los Reyes tenía tres meses. Desde que nació estuvo metido en una incubadora. El día antes de que saliera la Patrona fue dado de alta y se lo entregaron a sus padres. Ayer, volvió a reencontrarse con la Virgen. Acudió con sus padres y hermanos, y, como cada 15 de agosto, Alberto volvió a pedir los tres deseos que marca la tradición justo en el momento en el que el paso salía por la Puerta de los Palos, como le enseñaron de pequeño.

La devoción a la Patrona de Sevilla y su archidiócesis está construida sobre este tipo de historias, sin conservantes, ni colorantes, auténticas. Desde las cinco de la mañana, cuando abrió sus puertas la Catedral, un incesante goteo de devotos fue inundando el templo y todo el recorrido procesional. Mientras dentro se celebraban las misas previas, fuera los servicios municipales se afanaban par que todo estuviera en perfecto estado de revista. Baldeo por aquí, vallas por allí.

La procesión de la Virgen de los Reyes parece todos los años igual, pero siempre es distinta. Este año se ha visto una eclosión de sillitas plegables, aquéllas que tantos quebraderos de cabeza dieron a las autoridades la pasada Semana Santa y que el Ayuntamiento prohibirá en 2010. Hasta cinco filas de sillas en primera línea de procesión había frente a la Puerta de los Palos desde muy temprano. Algunos habían cambiado el asiento de plástico tipo bastón, made in China, por el de tijera de la sevillanísima Quidiello.

No se ha notado un descenso de público. Al menos, las cifras han sido similares a las de años anteriores, a pesar de tratarse de un sábado y del intenso calor. Se podía acompañar al cortejo por el perímetro de las gradas de la Catedral, sin muchos problemas. Las mayores aglomeraciones de personas se concentraban en el tramo de la Avenida de la Constitución, lugar donde la Banda Sinfónica Municipal interpretó la marcha Gloria in Excelsis, recuperada para la ocasión. "Se notaba la sorpresa en la cara de la gente, aunque no soy yo quien debe decir si ha gustado", decía un satisfecho Francisco Javier Gutiérrez, director de la banda, después de la procesión.

El arzobispo coadjutor debutó ayer en la festividad de la Patrona. Iba delante del paso, cerrando las filas de canónigos y no detrás, junto al cardenal, lo que era previsible, por otra parte. "Niña, ¿hoy se estrena el nuevo, no?". "Sí. Ahí viene, con el cardenal". "Qué lástima que se tenga que ir ya, aunque el nuevo tiene cara de buena gente". Pero equivocadas estaban estas señoras, pues quien desfilaba junto a Amigo era el vicario general y deán, Francisco Ortiz.

Además de los bares de la zona -lleno hasta la bandera en el Horno de San Buenaventura desde las seis y media de la mañana-, quienes ayer hicieron su agosto fueron los cuponeros que intentaban colocar los últimos boletos para el sorteo extraordinario de verano. "3.500 millones por seis euros, oiga". "Déme uno, pero que acabe en seis, ¡eh!". "Ahora le voy a pedir a la Virgen para que me toque".

A las 7:30 estaban ya dispuestos en la puerta los niños carráncanos de la Sacramental del Sagrario, diez minutos antes de lo habitual. A la misma hora, llegaba el regimiento de soldados desde la Plaza del Triunfo. Los que llegaron justos fueron los concejales del Ayuntamiento. Hasta las 7:50 no apareció la comitiva por la Puerta del Perdón para incorporarse a la procesión. La que se perdió la interpretación de los himnos fue la delegada de Fiestas Mayores, Rosamar Prieto-Castro, que llegó sobre la bocina.

Mientras dentro de la Catedral el paso se empezaba a mover y los munícipes ocupaban su lugar, el cortejo se iba desperezando, poco a poco, como si mandara Juanma Martín, por Placentines y Alemanes. La representación de la Asociación de Fieles de la Virgen de los Reyes y San Fernando cada año es más numerosa. Este año la formaban unas 200 personas, decía la presidenta Carmen Almagro. Atrás quedaron los 75 hombres y 75 mujeres de antaño.

El apartado musical de la procesión merecería un capítulo aparte. La fantástica Banda Municipal se sitúa abriendo el cortejo. Para la ocasión, va reforzada con cornetas y tambores de otras formaciones, como Francis González Ríos, Romualdo Puelles o Julio Vera. Detrás del paso de la Virgen iba la música de la Segunda Subinspeción General del Ejército, Suigesur, abreviado. Aunque vayan vestidos igual, nada tiene que ver con el mítico y añorado regimiento del Soria 9. El paso salió con la Marcha Real y llegó hasta la mitad de Placentines en completo silencio. A lo lejos, se escuchaban los sones de la Municipal que atacaba una marcha tras otra.

El paso de la Virgen lucía este año la novedad de un friso de claveles blancos por todo el perímetro. El perfume de los nardos y del incienso, no lograba camuflar el intenso olor a zotal de la calle Placentines. Los primeros rayos de sol iluminaron la cara de la Virgen en la calle Alemanes, mientras las campanas de la Giralda rompían en repique para acallar la música de la banda que, por otra parte, forma bastante alejada del paso. A las 8:47 el paso enfilaba la Avenida de la Constitución. Los músicos militares tocan una descafeinada Estrella Sublime, sin cornetas. La Municipal se luce a los sones de Corpus Christi, con cornetas y todos sus avíos. Si las comparaciones son odiosas…

No sólo los bares cercanos a la Catedral hacen caja con la procesión. En el tiempo que ha tardado el paso en recorrer la Avenida y aparecer por la esquina de correos -18 minutos- las monjas del Convento de la Encarnación han vendido una treintena de bolsas de recortes, a euro la ración.

En la calle Fray Ceferino los hay que llevan ya más de dos horas esperando para ver a la Patrona. "Entonces, a ver que yo me entere. Dices que la Patrona de Sevilla es la Virgen del Pilar. ¿Pero esa no es la que está en Zaragoza?". "José María de Mena dice en su libro que la Patrona de la ciudad es la Virgen del Pilar. La de los Reyes es de la Archidiócesis y la Hiniesta del Ayuntamiento". "¡Ah!, a mí la Hiniesta me gusta mucho. Este Domingo de Ramos la vi por la calle Feria". "No, esa es la dolorosa. Yo te digo la gloriosa. La que sale para el Corpus". "Ojú, qué lío con tanta Virgen". "Y Santa Justa y Rufina, ¿Qué?". "Calla, calla, que ya está la Virgen en la esquina".

Se nota la prisa por este tramo del recorrido. La Virgen avanza a paso, casi de mudá -de Juanma a los Villanueva-, por la Plaza del Triunfo, lugar en el que el monumento a la Inmaculada está en restauración. Una persona aprovecha el andamiaje que recubre el monumento para hacer fotos, eso sí, provisto de casco y arnés protector.

A las 9:20 ya está de nuevo la Virgen en la Puerta de los Palos. El calor ya empieza a notarse a esta hora. El sol pone de manifiesto que al palio de tumbilla le hace falta una restauración. Es el momento de los móviles y las cámaras digitales. Todos quieren captar el momento en el que la Virgen de los Reyes, Patrona de Sevilla y su archidiócesis, aunque haya alguien que no lo tenga muy claro, entra de nuevo en la que es su casa. Son las 9:30. El rito se ha cumplido. La única procesión de Sevilla que aún no ha perdido sus formas ya está dentro. Es la hora de recoger las sillitas y cambiar la primera línea de procesión por la primera línea de playa.

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