El deterioro del legado de la Expo

De Jardín Americano a basurero sevillano

  • El recinto de la isla de la Cartuja, herencia de la Expo 92, ofrece una lamentable imagen de abandono e inmundicia

Estado del Jardín Americano de Sevilla / ANTONIO PIZARRO

Los cerdos tienen en Sevilla dos piernas y se visten. Tienen apariencia de personas. Se mezclan con el resto de sus vecinos en las calles y en las oficinas y en las fábricas y en las aulas universitarias y de los institutos y de los colegios (esto apenas les sirve para algo). Hay padres-cerdo que educan a sus criaturas para que sean unos buenos cerdos el día de mañana. Las actividades lúdicas y la diversión con la que ocupan gran parte de su tiempo libre y de su ocio llevan aparejada la producción de una enorme cantidad de desperdicios y desechos que diseminan a lo largo y ancho de la zona escogida para su esparcimiento. Estos cerdos desconocen la utilidad de papeleras y contenedores. Sólo un cerdo y un tarado ignoran una papelera o un contenedor. Al segundo se le puede perdonar, al primero no. A los cerdos no los conmueve en absoluto si una calle, una alameda o un parque son pasto de la inmundicia que dejan a su paso. Pero es que ni siquiera reparan en los problemas de insalubridad que causa su cochambrosa insolidaridad. Da que pensar si en su hogar -¿o habrá que llamarlo pocilga?- estos cerdos censados se comportan de la misma manera.

Una de estas zonas-víctima es, en Sevilla, el Jardín Americano. Un simple vistazo sugiere que ha sonado la hora de cambiarle el nombre y rebautizarlo como Basurero Sevillano. Dar un paseo -con mucho cuidado- por este enclave que debería ser una joya del patrimonio natural de la ciudad justifica la nueva denominación.

Pero frente a este ataque devastador contra los espacios públicos, ¿qué hacen las administraciones?, ¿cómo se comportan las instituciones?

El Jardín Americano echó el cierre a mediados de abril. Sus accesos fueron sellados en una operación justificada desde el Ayuntamiento por los efectos que había causado el temporal. Entre otros objetivos, se intentaba evitar de esta forma una tragedia como la ocurrida en el Parque del Retiro de Madrid, donde un niño murió aplastado por un árbol debido a las fuertes rachas de viento. También se dijo que se iban a acometer trabajos de reparación en la bomba del estanque situado en las inmediaciones del auditorio de Rocío Jurado.

Basura en el Jardín Americano Basura en el Jardín Americano

Basura en el Jardín Americano / Antonio Pizarro

Pero aunque las puertas al Jardín Americano se cerraron, esta circunstancia no impidió la entrada de muchos que lo han convertido en un estercolero. El enclave que estaba diseñado para acoger más de 400 especies exóticas durante la Expo 92, y fue incluido en 2009 como Bien de Catalogación General al quedar inscrito en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, es a día de hoy un desolado vertedero. Iniciativas como la de la Plataforma Ciudadana por los Parques, los Jardines y el Paisaje de Sevilla, que para "evitar su paulatina destrucción" registró a finales de enero de 2016 ante la Junta de Andalucía la solicitud para que se catalogue como Bien de Interés Cultural (BIC), no han dado lo que se dice frutos.

Después de 17 años abandonado -tras la Expo-, el Jardín Americano se reabrió. Fue flor de un día. Con la Administración Zoido también cayó en el ostracismo. La mejoría con la llegada del equipo de Juan Espadas al Ayuntamiento también ha sido pasajera, a tenor de lo que se puede ver -y oler- en las instalaciones del parque, de nuevo moribundo. El gobierno local emprendió reformas en el Jardín Americano ante la evidencia de su deterioro: tareas de limpieza, eliminación de pintadas, mejora de las fuentes y del lago; también se repararon desperfectos en el cableado y en los sistemas eléctricos, así como la bomba del lago, el saneado y pintado del aula bioclimática y la rehabilitación de las arquetas de riego destrozadas por el vandalismo. En 2016 hubo otra fase de actuaciones entre las que destacaba la plantación de especies americanas atendiendo los criterios del experto y catedrático emérito de Botánica de la Universidad de Sevilla, Benito Valdés. Su presupuesto era de 20.000 euros.

Hoy, de nuevo, es un basurero.

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