Sevilla

Ladrón de bicicletas

  • La Policía ha detenido casi un centenar de veces a un delincuente que roba exclusivamente ciclos

Ladrón de bicicletas

Ladrón de bicicletas

En Sevilla hay un tipo que deja en pañales al ladrón que le robó la bicicleta a Antonio, el obrero en paro que encuentra un trabajo pegando carteles en la Roma de posguerra en la película de Vittorio de Sicca. Aquél robó una bicicleta que estaba suelta, apoyada en una pared, y salió corriendo con ella, haciéndole la puñeta al pobre trabajador que necesitaba el vehículo para su trabajo. Su homólogo sevillano no ha robado una, sino cientos de ellas. Varias al día. No tiene la fama del de la película, pero este delincuente ha sido detenido ya 65 veces por la Policía Nacional y otras veinte por la Policía Local. Y tiene sólo 23 años.

Es un ladrón peculiar, puesto que sólo roba bicicletas. No sustrae nada más. Ni carteras, ni joyas, ni teléfonos móviles, ni entra en pisos, ni aprovecha los descuidos de sus víctimas. El robo de bicicletas es su medio de vida y así lo ha llegado a admitir abiertamente a la Policía cada vez que es detenido. No se corta. No se inventa una excusa. Otros ladrones cuentan a los agentes que los sorprenden in fraganti que se la han encontrado, que se las ha regalado una tía o cualquier otra historia nada creíble. Éste directamente les dice que la acaba de robar.

Su modus operandi es siempre el mismo. Va con una cizalla y corta las cadenas y candados de las bicicletas cuando están aparcadas en los bicicleteros o amarradas a árboles y señales de tráfico. Lo hace a plena luz del día. A veces, eso sí, si sabe que hay cámaras de videovigilancia cerca, se cubre la cabeza con una capucha. Una medida que le sirve de poco, puesto que, después de casi un centenar de detenciones, la Policía es capaz de identificarlo hasta por los andares.

Acostumbra a moverse en bicicleta, aunque él sí lleva candados para la suya, que deja aparcada y asegurada en otro hueco del bicicletero. Luego, saca la cizalla y corta la cadena o candado de la que quiere robar y se marcha montado en ella. Ya después volverá a recoger la suya. Como lo hace de día, en más de una ocasión algún viandante le ha llamado la atención y amenazado con llamar a la Policía. Él como si nada. Corta el candado, se sube a la bici y se larga sin inmutarse.

Suele moverse por las zonas universitarias y también por el centro de Sevilla. De hecho, ha robado muchas bicicletas aparcadas en los bicicleteros de la Plaza Nueva. Por ello, los agentes que más veces lo han arrestado son los de la comisaría del Distrito Centro, que también han recuperado después muchas bicicletas. La mayoría de ellas porque se les intervinieron cuando las llevaba él consigo o después de ser sorprendido in fraganti, si bien algunas también se han recuperado en operaciones policiales en mercadillos o porque la víctima del robo haya identificado su bicicleta en alguna página web de venta de objetos de segunda mano.

Estos últimos casos son los menos, puesto que estas bicicletas que se revenden públicamente suelen ser sometidas a alguna alteración -generalmente se pintan de otro color- para que no coincidan con las características de las denunciadas y así dificultar la identificación por parte de la Policía. Aún así, todas las comisarías de Sevilla comparten una base de datos con las bicicletas denunciadas como sustraídas y en la que también se incluyen las que se van recuperando.

La mayoría de las bicicletas sustraídas por este joven no son demasiado valiosas. Generalmente, los dueños de bicicletas caras no las utilizan para sus desplazamientos ordinarios y, mucho menos, las dejan amarradas en la calle. Por ello, la mayoría de los ciclos sustraídos valen menos de 400 euros, la cantidad que marca la ley para distinguir el delito de la antigua falta, que tras la última reforma del Código Penal se denomina delito de leve. No es violento. No se enfrenta a nadie ni amenaza a ninguna persona.

Así pues, el ladrón comete un delito leve de hurto cada vez que sustrae una bicicleta. Esta infracción se castiga con multas de uno a tres meses, lo que se traduce en que, cada vez que es detenido, es inmediatamente puesto en libertad al llegar a los juzgados. Y en más de una ocasión se le ha vuelto a detener horas después de salir del juzgado. Sin embargo, una vez que ha vendido la bicicleta, para la Policía es muy difícil recuperarla, puesto que la mayoría de los ciclistas no suelen conocer el número de serie de sus bicicletas, que suele figurar debajo del pedalier. Así, en el caso de alguna modificación del color o de alguna pieza, es sumamente complicado probar que ese vehículo es el que fue sustraído.

No es el único ladrón de bicicletas que opera en Sevilla, obviamente, pero sí es el único que se dedica a ello en exclusiva, despreciando cualquier otro objeto. Lo lleva haciendo con regularidad desde el año 2012. Hace unos años había un tipo en la Macarena que las robaba escalando por las fachadas y llegando hasta los balcones. Es quizás su antecedente más parecido. Si se dedica profesionalmente a este delito es porque hay alguien que se las compra. A veces las revende simplemente por una papelina de droga. Ahora, por fin, ha entrado en prisión al acumular condenas y reclamaciones judiciales pendientes. Y dicen en la Policía que se ha notado, y mucho, en las estadísticas.

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