Una reforma agraria en el portal de Belén. De los pastores a los hortelanos. Del oro, incienso y mirra a un presente de coles, lombardas, acelgas y lechugas. Con pompa de día de precepto, el delegado de Hábitat Urbano, Antonio Muñoz, inició en la hacienda de San Antonio, barrio de Torreblanca -administrativamente, Cerro-Amate- la campaña de iluminación de huertos urbanos, oxímoron tan bello como marinero en tierra.

Un proyecto de ida y vuelta en el que han participado los hortelanos que cuidan y disfrutan de 78 pequeñas huertas conseguidas con los Presupuestos Participativos y un equipo de arquitectos. Ramón Pico, del grupo Motoreta, explicó que en el proyecto de llevar la luz a este huerto para facilitar las tareas de riego les sirvió de inspiración uno de los relatos que García Márquez incluyó en su libro Cuentos Peregrinos. También habló su colega Julio Sánchez, del grupo MAL. Han trabajado con materiales de la huerta: cañas, cuerdas.

Modesto González representó a los hortelanos, que fueron obsequiados con un ejemplar del libro del Nobel colombiano. Es uno de los trece huertos urbanos de Sevilla, dice Raúl Puente, que hizo la tesis doctoral sobre este modelo. Pertenecen a una hacienda cuya propiedad, hablan de que es de una condesa, está repartida entre inquilinos en régimen de alquiler.

Al acto asistieron los concejales Antonio Muñoz y Adela Castaño, que habló de la importancia de la luz "que nos hace vivir y hace vivir a las plantas". No hubo villancicos, pero sí un tema, Strimoni Volio, del compositior sueco Thomas Jennifelt, interpretado por el grupo Ele. Hoy, Fernando Mansilla y Los Espías harán lo propio en San Jerónimo, segunda de las seis intervenciones de Hábitat Urbano con su programa Alumbra en otros tantos barrios de la ciudad.

El proyecto, con resonancias de Chaplin, se llama Luces de Barrio. Las luces se encendieron cuando se apagó la luz solar y hubo algún hortelano que se llevó las lechugas de su parcela. Hay otras veinte en proyecto y veinte más en el Polideportivo de Torreblanca. Anís Castellana y castañas para entrar en calor en una tarde de frío y viento. Antonio Muñoz y Adolfo Fernández Palomares, director de área, recogieron algunas de las hojas de la partitura que volaron del atril.