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El barrio que se quedó sin banco y sin 'castillos'

  • Márgenes. El barrio convive en una dialéctica de aceptación y rechazo con la Ciudad Sanitaria que le vio nacer. Media geográfica entre la Palmera y las Tres Mil, parte de su vecindario es población flotante: estudiantes, personal hospitalario...

De perros. La mañana era como la tarde de la película de Peckinpah. El autor de El prisionero de Sevilla Este es rehén de Bami, de sus recuerdos. Los de Julio Muñoz Gijón (Sevilla, 1981). Él se considera vecino por partida doble de este barrio cuyo nombre son las iniciales de un banco que ya no existe, el Banco Mercantil e Industrial. Lo es por partida doble, como residente en el barrio desde los seis años, reciente el divorcio de sus padres, cuando llegan a casa de su abuela Emilia, el mismo nombre que su madre, en el número 6 de la calle Bami. Pero antes, según los estatutos del Cantón de Bami, el proyecto independentista "más absurdo y delirante" que con otros amigos constituyó en 2003, hace tres lustros, serían también cantoneses de Bami todos los nacidos en el hospital Virgen del Rocío, donde vino al mundo nueve meses después del 23-F. Desde una de las calles del barrio ve la cúpula de la ciudad hospitalaria "por la que de niño más de una vez imaginé que iba a aparecer King Kong".

Goza de una espléndida salud, pero la cita inicial es en la clínica Sagrado Corazón. El 29 de noviembre de 2012, el entonces alcalde Juan Ignacio Zoido inauguró el nuevo bloque de hospitalización y la Unidad de Cuidados Críticos Neonatales.

Bami acogió, venía de Triana, al autor más presente en estaciones de tren y aeropuertos

El Rancio, sobrenombre de este escritor que lleva la página web de la selección española de fútbol, llega a Bami después escalas en la calle Júpiter, cosa estratosférica de la que se jactaba ante sus amigos, y en Rodrigo de Triana. Cuando dijo Tierra, ya estaba en Bami. La artería principal del barrio es la calle Rafael Salgado, consejero delegado de la entidad bancaria que lo urbanizó y director general de Vivienda en tiempos de Franco. Tiene una calle con su nombre cerca del Santiago Bernabéu. "Paso por allí con frecuencia y hay unos bloques con el mismo tipo de ladrillo que Bami, el mismo verde de las barandillas y persianas".

La llegada al barrio supuso sus inicios escolares en el colegio Claret, junto al Instituto de la Grasa y frente al estadio Benito Villamarín. No jugó al hockey sobre patines que inculcó el padre Miguélez ni formó parte de la escuela de teatro que formó el padre Isaac, maestro de tantos actores al que le haría ilusión saber que uno de aquellos alumnos escribió una novela, El asesino de la regañá, que el 9 de mayo se estrenará en la Sala Cero en una versión teatral realizada por Sofía Aguilar.

De Bami recuerda una frontera "más permeable" entre las clases sociales, vulgo la Palmera y las Tres Mil Viviendas. Había zonas vetadas para el juego infantil porque estaban llenas de jeringuillas. "Si te cruzabas con cuatro o cinco que te preguntaban la hora sabías que te quedabas sin reloj". Lo cuenta sin rencor, como pura estadística. "Este barrio tiene para una tesis sociológica", dice un vecino que prefiere permanecer en el anonimato.

Entre sus primeros habitantes, figuran los militares norteamericanos de las bases de Morón y San Pablo. "La gente sigue hablando todavía de la calle 20". Ahora abundan los pisos de estudiantes o de familiares de enfermos de larga duración. Unos estudiantes se asoman a un piso que le resulta familiar. "Allí celebré yo mi no-boda con mi chica, Cristina, que era el amor platónico de toda mi vida, vecina de esta misma calle Castillo de Alcalá de Guadaíra". Una no-boda que celebró con videoclips de Silvio, chistes de Paco Gandía y discursos de Lopera. "Nos quedamos sin hielo y fui al Pez Espada".

De Olvera venían los que montaron la cadena de bares Scott. Paisanos de Javier Arenas, que también pasó por las aulas del colegio Claret, al otro lado de Bami y de la parroquia Corpus Christie de la Palmera cuyo párroco, Jesús Donaire, acaba de publicar su tesis doctoral sobre el cardenal Marcelo Spínola, pero ésos son dominios del barrio de San Lorenzo y en Bami, como dice alguien, "es muy difícil ver en Semana Santa a ningún nazareno camino de su cofradía. Esto es como vivir en Albacete esquina con el hospital Virgen del Rocío".

Cristina, la pareja del Rancio, también vecina de Bami, es hija del que fue "presidente oficial y oficioso" de la asociación de vecinos del barrio. "Todo el mundo lo conocía como Pepe el Masa, porque practicaba la lucha libre". A veces Julio imagina que alguna vez se enfrentó a su tío-abuelo, Lolo Mano Dura, "que trabajaba de portero en la discoteca Holiday, de donde se trajo todos los refrescos para mi comunión".

Zona de avituallamiento en el bar Abanico. Amplia carta de tapas y raciones. Es difícil encontrar una mesa. Un abanico entre paraguas con un cartel inquietantemente divertido. "Prohibido el Paso a la Cocina. El cocinero está loco". Al vecino que se fue a vivir a Madrid le sigue llamando la atención la Arcadia vegetal entre bloque y bloque que no está concebida para el disfrute vecinal. Hay árboles frutales, bicicletas y en uno de estos jardines exhuberantes se ven gallinas y algún que otro gallo. Tránsito simbólico del campo a la ciudad, de la agricultura a la industria.

La Academia de Inglés era Congelados Paqui, donde el autor de la trilogía de los detectives vivió un episodio canino que todavía recuerda con pudor. En Rafael Salgado está el Empire State del barrio, un edificio de trece plantas donde vivía Dani Gamero, "el guionista que me corrige todas mis novelas". La vida de Julio mejoró con sus vecinos. Los de Bami Sur, porque sus bloques tenían piscina. Un vecino del bloque que construyó la Asociación de la Prensa porque su padre compraba en el Makro "y yo merendaba allí todas las tardes".

El callejero de Bami tiene como referentes principales los castillos de otras localidades (Alcalá, Alanís, Constantina) que pertenecieron al Ayuntamiento de Sevilla "y que Monteseirín, sin consultar a sus legítimos dueños, que somos los sevillanos, decidió devolver a los municipios", dice Antonio Burgos. Atribuye la nomenclatura de almenas y fantasías a la vastísima cultura de Antonio Sánchez Corbacho, concejal de Cultura en el Consistorio de José Hernández Díaz.

Los castillos crearon algún que otro equívoco. "Más de una vez hicimos el pedido a El Corte Inglés o Hipercor", cuenta Julio Muñoz Gijón, "y no llegaba. Al final resulta que lo habían llevado al castillo de Alcalá de Guadaíra". En el bar La Collera suena Sabina antes de darle paso a Serrat, como si siguieran de gira por Buenos Aires. Andrés Huertas es cocinero y cortador de jamón. Está en el Guinness de esta especialidad por el doble mérito del bocadillo de jamón más largo y por haber participado con otros 210 cortadores en una misma sesión en Alhaurín de la Torre.

Es Bami un caleidoscopio curiosísimo desde el que se pueden ver Su Eminencia y La Palmera, la Sevilla de los Luca de Tena y de los flamencos de Triana desterrados al Polígono Sur. En este barrio le puso el Betis un apartamento a Gordillo para que no llegara tarde a los entrenamientos, pero no sabía vivir fuera del Polígono San Pablo. En una de las casas que dan a Manuel Siurot vivía John Fulton, el torero de Filadelfia y pintor con sangre de toro que tenía fotos paeando a caballo con Juan Belmonte. El voladizo del estadio de Heliópolis era el sueño de muchos chiquillos. Julio, que nació dos inviernos antes del 12-1 a Malta, y que se sacó el título de director deportivo en la misma promoción que Schuster, recuerda las proezas balompédicas del barrio. "Hacíamos el calentamiento en la discoteca Aduana. El equipo se llamaba Jornada de Descanso y por poco ganamos el campeonato por incomparecencia de los demás. Tuvieron que mandar una circular a los demás equipos".

Sigue existiendo la frutería. La tienda de Tapicería y Decoración Alberto Moya, "Festoneamos alfombras", era una papelería en la que el autor de El crimen del palodú vio como una dependienta saboría le vendía a un chiquillo una agenda del año anterior. "El lunes es martes, el martes es miércoles, no tiene pérdida, le decía".

El barrio vive rodeado de una Ciudad Sanitaria, metáfora de vivos y muertos, alfa y omega del ciclo de la vida, donde todos los nacidos son acogidos como miembros de pleno derecho del Cantón de Bami fundado cuando Puigdemont sonaba a montaña escarpada de los Pirineos.

El invierno que nació Julio Muñoz Gijón fue Pichichi Quini, que rima con Molinón. Un barrio atípico, iniciales de un banco inexistente, finanza-ficción, un misterio para Dragui y De Guindos. "Había una barbería en la que por diciembre el barbero siempre sorteaba una cesta de Navidad con productos capilares", recuerda el vecino de Bami. Lo de escribir le debió venir de la afición de su padre, José Manuel Muñoz, a las artes gráficas. "Tenía una imprenta en la Alfalfa, calle Vírgenes, y ahora la tiene en el Muro de los Navarros". Serrat y Sabina le han dejado paso a Quijano en el bar del cortador de jamón. El vecino se mudó a Madrid, al barrio de la Latina. El sábado pronuncia en el teatro Quintero el Solemne Pregón Heterodoxo. Por fin un pregonero de Bami. O dos.

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