Cuando Rafael cumplió la mayoría de edad y empezó a trabajar como vendedor en Sedylana (c/Rioja), contaba ya, aunque parezca increíble, con más de una década de experiencia en el sector: a los ocho entró como aprendiz en la perfumería Mari Gloria de la calle Feria, a los 10, en los almacenes Santos de San Juan de la Palma, y más tarde en Regina, recibiendo dos años más tarde un talonario de ventas y convirtiéndose en el primer vendedor, que tenía que competir con los puestos de estraperlo que había en la callejuela. En Sedylana continuó su progresión imparable, llegando hasta el puesto de gerente, que abandonó a los 51 años para trabajar con uno de sus hijos, Alberto, quien ha continuado su tradición comercial como copropietario de las tiendas Tramas (tejido para el hogar), una de las primeras empresas sevillanas que optó por la franquicia como método de expansión y que actualmente tiene tiendas en varias ciudades españolas e incluso en Moscú. En total, 68 años en el gremio, que finalizaron ayer (al menos oficialmente) con una emotiva fiesta sorpresa en el Hotel Bécquer a la que acudieron familia, amigos, antiguos jefes... Siete décadas en las que el comercio sevillano "ha cambiado lo inimaginable. Antes había que recibir al cliente casi con una referencia. Hoy es distinto, aunque nuestro estilo, también con mi hijo, ha sido la cercanía, una relación personal".