Sevilla

La muerte del polaco cambia el plan de atención sanitaria a indigentes

  • La Junta pone en marcha un nuevo protocolo hospitalario para personas en riesgo de exclusión social El sistema favorece una mejor comunicación entre los hospitales y los ayuntamientos

La muerte de Piotr Piskozub, el joven polaco que falleció en el albergue municipal en octubre de 2013 con evidentes signos de desnutrición, ha obligado a la Junta a reformar su protocolo de atención a indigentes. La Consejería de Igualdad, Salud y Políticas Sociales ha elaborado un nuevo plan para atender a los sin techo, que busca mejorar la coordinación con los ayuntamientos y garantizar la atención sanitaria hasta que se pueda hacer cargo de ellos algún familiar o algún centro social.

Piskozub, de 23 años, pesaba sólo 30 kilos en el momento de su muerte, que se produjo apenas unas horas después de que le dieran el alta en el Hospital Virgen del Rocío. Una vecina de la avenida de República Argentina, donde paraba este mendigo, llamó al servicio de emergencias 112 la noche del 1 de octubre de 2013, preocupada por la extrema delgadez del mismo.

La ambulancia lo atendió y lo trasladó al hospital, donde recibió el alta en apenas unas horas y desde donde fue llevado al albergue de Perafán de Ribera, donde falleció al mediodía del 2 de octubre. La autopsia reveló después que la causa definitiva de la muerte fue una bronconeumonía, si bien el joven era alcohólica y apenas comía. El juzgado de Instrucción número 5 de Sevilla, que investiga el caso, está a la espera de que un informe forense determine si hubo relación o no entre la atención sanitaria y la muerte del joven.

A raíz de este caso, la Consejería de Salud ha actualizado y homogenizado el protocolo de actuación que hasta el momento se llevaba a cabo en las áreas de Urgencias de los hospitales andaluces. "El objetivo es que no sólo se preste atención a la patología del paciente, sino también a su situación social", apunta la consejera María José Sánchez Rubio al ser preguntada sobre las novedades en el caso del joven polaco.

Estas nuevas medidas de actuación, puestas en marcha a principios de 2014, están dirigidas no sólo a indigentes, sino también a mujeres víctimas de violencia de género, personas con una discapacidad física o psíquica que acudan solas al servicio de Urgencias o acompañados de alguien que presente dificultades para atenderla, ancianos con sospecha de malos tratos o abandono y menores con signos de malos tratos o también abandono. El plan establece que estos pacientes permanecerán en los centros sanitarios hasta que tengan un recurso social asignado o se identifique su entorno familiar o domicilio.

Los factores de riesgo social no detectados influyen en el estado de salud de los usuarios, puesto que tienen mayores dificultades para seguir el tratamiento indicado y pueden sufrir agudizaciones de su situación clínica. Por este motivo, el nuevo procedimiento se centra en garantizar que los usuarios dispongan de la capacidad necesaria para seguir las indicaciones terapéuticas e incluso si cuentan con un cuidador. En el caso de que no se den estas circunstancias, se le ofrecerán los recursos sociales más adecuados a su situación.

Para hacer esto posible, los centros hospitalarios cuentan ahora con guías de recursos sociales comunitarios, en los que se definen los criterios de activación de cada una de las medidas en función de los diferentes niveles de necesidad sociosanitaria. Este procedimiento se trasladará también a las corporaciones locales, que gestionan los recursos sociales comunitarios.

Además, según apuntaron a este periódico desde la Consejería de Salud, se designarán profesionales responsables que estén presentes 24 horas en las áreas de Urgencias y que informarán a la unidad de Trabajo Social de la presencia de pacientes en posible situación de riesgo social.

"Hay pacientes que después de ser atendidos en el hospital necesitan recuperarse o rehabilitación, un proceso que puede durar meses", comenta María del Mar Cala, trabajadora social de Urgencias y Enfermedades Infecciosas del Hospital Virgen Macarena. "Este plan permite una mayor comunicación entre el hospital y los albergues municipales, así como con la Cruz Roja y otros agentes sociales y políticos. Antes, si el paciente estaba escayolado no le daban plaza en un albergue municipal. Ahora son más flexibles".

Cala asegura que tanto en el Virgen del Rocío como en el Virgen Macarena, antes de esta actualización, existía un borrador que se aplicó durante varios años. "Cada caso se estudia uno por uno. Y no se le da el alta hasta que se le encuentra plaza en un albergue municipal, en el caso de los indigentes", explica la trabajadora social. "Y después llevamos a cabo un seguimiento mensual de los pacientes para comprobar su estado y su situación social. Los conocemos a todos, con nombre y apellidos".

La trabajadora social reconoce que en estos albergues no hay auxiliares clínicos, por eso, si el paciente requiere unos cuidados especiales, deberá permanecer en el hospital. En el caso de Piskozub, María del Mar Cala considera que el protocolo funcionó, ya que aquella noche el joven polaco durmió en un albergue.

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