Los invisibles

"Lo primero que hice cuando volví de Iraq fue retransmitir un Madrid-Barça"

  • Estuvo en Bagdad del 2 de marzo al 13 de abril de 2003. Su cobertura de una guerra de la que se cumplen cinco años le valió al periodista de Canal Sur el premio Andalucía de Periodismo

EL próximo Jueves Santo se cumplen cinco años del comienzo de la guerra de Iraq. Pedro Lázaro (Madrid, 1967) estaba allí. Ha ido a Córdoba de jurado del premio Julio Anguita Parrado, periodista muerto por un misil iraquí el 7 de abril de 2003. Un día después, un obús de un tanque norteamericano mató a José Couso en el hotel Palestina. Pedro Lázaro estaba allí.

-¿Fue fácil entrar en Bagdad?

-Había corrido la maratón de Nueva York. Tenía el pasaporte sellado en los Estados Unidos y no me daban el visado. El 2 de marzo salimos para Bagdad, yo con un nuevo pasaporte.

-¿Cómo fue la entrada?

-Cachondísima. Faltaban veinte días para el comienzo de la guerra y nosotros entramos empujando una Fly, una antena parabólica para el satélite Mediosat. Era una ciudad con una vida completamente normal. La construcción estaba a pleno rendimiento, la gente casándose.

-¿Dónde se alojaron?

-En el hotel Al-Raschid. Fuimos los últimos en salir de allí. La CNN dijo que ese hotel era uno de los objetivos, porque lo primero que iban a volar eran los puentes sobre el Tigris y ese hotel estaba al otro lado. Se empezaron a ir al hotel Palestina. Con el último ultimátum de Bush, los periodistas anglosajones se fueron de Bagdad. Ha sido la primera guerra que no se ha contado en inglés. Narrada por periodistas italianos, españoles y franceses.

-Ustedes también se fueron...

-Una semana después del inicio de la guerra nos fuimos al hotel Palestina, pero no quedaban habitaciones. Nos quedamos en el Sheraton.

-Ha cubierto la campaña electoral de Zapatero. ¿Marcó aquella guerra la política nacional?

-También cubrí la de 2004 con Zapatero. En febrero de 2003, antes de irme a Iraq, informé de las manifestaciones del No a la Guerra, con un millón de personas en las calles de Madrid. Ya en Bagdad nos llegó la desafortunada frase de Aznar de que habíamos allí en busca de fama y fortuna.

-¿En busca de qué fue?

-Para mí fue absolutamente gratificante. Era el paraíso del periodista. Todo era noticia, todo era contable. Era como para un periodista deportivo unos Juegos Olímpicos. La información estaba tan mediatizada y controlada que nos dedicábamos a contar lo que veíamos en la calle. Fue el último episodio de periodismo puro.

-El 7 de abril matan a Anguita y el 8 a Couso. ¿Los conoció?

-He conocido a la madre de Anguita en Córdoba. Nos unieron tres ciudades: Córdoba, Bagdad y Nueva York, pero nunca coincidimos. Con Couso sí coincidí. El último rulo por Bagdad lo hicimos juntos en un todoterreno. Couso grabó los puentes del Tigris cerrados, los misiles que los iraquíes colocaban entre las casas.

-¿Conocieron a la prensa iraquí?

-Empezaron a llegar al hotel Palestina cuando los americanos estaban a punto de entrar. Eran intrépidos, valientes. De hecho, las agencias ahora tienen a reporteros locales. Hicieron un máster a la fuerza jugándose el bigote.

-¿Qué ha pensado después viendo las masacres cotidianas sobre Bagdad en los telediarios?

-Dos cosas. Si Bush, Blair y Aznar podrían seguir comiendo cuando las vieran. Y qué habrá sido de los iraquíes que nos ayudaron. El abuelillo que nos daba de comer. El veterano de la guerra Irán-Iraq que nos preparaba el té. Lo más destructivo de la guerra es el desmoronamiento humano. El guía del ministerio de Información parecía Omar Shariff, siempre de punta en blanco. Había vivido en Sevilla y Granada. Tenía dos esposas, era un mujeriego. Cuando empezó aquello, dejó de ir a su casa, de cambiarse de ropa. Se bebía el whisky que sobraba. Era otro.

-¿Fue duro volver a la rutina?

-Lo primero que hice al regresar fue retransmitir para Canal Sur un Madrid-Barça. Habíamos preparado los jardines del hotel Palestina para ver el partido allí.

-Su trabajo en Bagdad le valió el premio Andalucía de Periodismo. ¿Bagdad lo hizo andaluz?

-Han pasado siglos de los omeyas, pero Al-Andalus sigue significando mucho allí. Y no me refiero a los tópicos de Ben Laden.

-¿Qué le une con Sevilla?

-Cuando estaba empezando, me dieron a elegir entre Miranda de Ebro, Oviedo y Sevilla. Elegí Sevilla porque la mujer de mi tío era de Villanueva del Río y Minas y tenían casa en Sevilla.

-¿Le costó volver a Madrid?

-Allí nací. Soy del Rayo Vallecano. Pero mantengo mis vínculos con Sevilla. Lo último que hice antes de marcharme fue retransmitir un Zaragoza-Sevilla. Yendo en mi coche con Luis Carlos Peris, me pusieron una multa pasando Guadalajara por exceso de velocidad. Volviendo de Zaragoza pasó lo de las Torres Gemelas.

-¿Había alguna Scherezade en el hotel Al-Raschid?

-En la guerra no hay Scherezade.

-¿Qué libros se llevó?

-Sólo Soldados de Salamina. En cambio, iba sobrado de pasta de dientes y espuma de afeitar.

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