Sevilla

"Nunca me sentí segura aquí"

  • El dueño del quiosco salvó del hundimiento a su mujer y a su hija de seis años

Los temores de Juan Ariza, propietario del quiosco hundido de repente en el socavón de las obras del Metro, se cumplieron ayer. Desde que comenzó la construcción de la estación de la Puerta de Jerez, tanto él como su mujer, Josefa Portillo, se han quejado de las múltiples vibraciones que sentían en su negocio. "Llevo tres años pidiendo que me cambien a la Puerta de Jerez, aunque sea de forma provisional, porque aquí nunca me he sentido segura; además, hay tres quioscos muy cerca".

Juan y Josefa se percataron ayer de que "el quiosco vibraba más que nunca". "Oía por la mañana un ruido extraño -afirma Josefa- que no me dejaba tranquila y ya le dije a mi marido que no era normal". Por la tarde, Josefa volvió al quiosco para llevarle el almuerzo a su marido. Trajo consigo a su hija de seis años, con la que se quedó dentro del negocio mientras que Juan salía un momento. Al instante ocurrió lo que podía haberse convertido en una verdadera tragedia: "Sentí como todo se desplazaba. Cuando miré al techo empecé a gritar: nos hundimos, nos hundimos".

Josefa cogió en ese instante a su hija e intentó salir, aunque a punto estuvo de quedar atrapada al meter un pie en la grieta que se abría bajo la puerta. Juan, que contemplaba la escena desde fuera, pudo rescatarlas al tirar de ellas para sacarlas. A los pocos segundos, el quiosco se hundió en un socavón de seis metros de profundidad. Josefa sufrió un ataque de ansiedad. Su marido aún no daba crédito a lo que había ocurrido, mientras su mujer era atendida por los vecinos y los primeros servicios sanitarios desplazados a la zona. "Menos mal que ha ocurrido en un momento en el que no había nadie, porque aquí, en hora punta, hay miles de personas caminando".

Junior es uno de los testigos que contemplaron la escena. Recuerda cómo iba paseando por la Puerta de Jerez junto a su esposa e hijo y vio a los trabajadores de las obras del Metro corriendo hasta el quiosco que se hundía. "Pasamos un poco de miedo porque no sabíamos lo que ocurría".

Varios minutos después se cortó el tráfico Almirante Lobo. Los vecinos habían bajado ya a la calle ante las vibraciones que sintieron en sus casas. Todos coincidían en sus opiniones: no confían en las medidas de seguridad de las obras del sububano". Esta preocupación se acrecentó a principios de año cuando se partió el muro que separa el aparcamiento subterráneo del área de construcción.

El presidente de la comunidad de vecinos del entorno del Cristina, Pablo Barbecho, aseguró horas más tarde que la asociación ha estado "en contacto permanente con la concesionaria del Metro y hemos exigido información en muchas ocasiones, pero este incidente ha avivado nuestra preocupación". Barbecho indicó que "el socavón se ha producido en una zona externa a la futura estación y al aparcamiento, pero de gran peligro por las numerosas personas que transitan por aquí en las horas centrales del día". También aseguró que "por ahora, todas las reclamaciones de los vecinos por grietas o desperfectos se han atendido e indemnizado, y los técnicos nos han dicho que no revisten peligro".

A las 18:15, una enorme grúa comenzaba a sacar el quiosco del socavón. Minutos después, los operarios del Metro tapaban con tela verde el recinto vallado. Mientras, medio centenar de vecinos esperaban que los políticos que se desplazaron hasta el lugar les dieran alguna explicación. Ni Monteseirín con sus cinco delegados, ni el consejero de Obras Públicas se detuvieron a hablar con ellos. Sólo lo hizo Zoido. Mientras, un vecino expresaba la preocupación comunitaria: "A ver cómo conciliamos el sueño".

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