Los invisibles

"Cuando se cayó la torre del castillo de Constantina me sentí tan hormiga..."

  • No se considera artista, pero trabaja con el arte de interiores, las creaciones que hace en su estudio, y el de exteriores, la periódica supervisión que hace de los castillos de la provincia.

FORMÓ escultores que trabajaron en Terra Mítica y otros parques temáticos. Hizo un San José que sale en procesión, firma carteles, collages. Belleda López Montero (La Rinconada, 1967), trabaja en la Diputación en tareas de consolidación y supervisión de castillos.

-¿Cuál recomienda?

-El de Montellano es una experiencia religiosa. Es el único en España con planta francesa de trébol de cuatro hojas.

-¿Cuántos supervisa?

-Tengo once a mi cargo. Cada dos semanas, según las indicaciones del jefe de obra, voy de visita.

-¿Historia y orografía?

-Algo parecido. Por ejemplo, en La Rinconada, donde donde vivo y tengo mi estudio, no hay castillo porque es un municipio nuevo. Los hay en las dos sierras, la Sierra Norte o Banda Gallega y la Sierra Sur o Banda Morisca.

-¿Cuáles se defendían mejor?

-Imagino que los de la Sierra Sur, porque eran más inaccesibles.

-En el de El Coronil se reunían los jornaleros cuando iniciaban las movilizaciones...

-El castillo de las Aguzaderas. El único de la provincia de Sevilla que está en un valle, porque no es defensivo. Es un aljibe.

-¿Se siente una señora feudal que va de visita a la fortaleza?

-A veces sí. Los ves como algo tuyo. En el sentido más literal. Hay castillos que tienen más energía. El día que se cayó la torre del castillo de Constantina era mi cumpleaños. Lo recuerdo angustiosamente. Cuando me llamó el arquitecto, fue como si se me hubiera muerto un familiar. Yo lo había advertido. Me sentí tan hormiga, tan impotente. A los pocos días me salió un herpes en un ojo. Se me bajaron las defensas.

-Como al castillo...

-Se cayó porque no había llovido así en Constantina nunca. Es una torre muy mal construida. El castillo de Pruna no se caerá en la vida. Los ripios, las piedras mal cortadas, están en su sitio.

-¿La defensa o el ataque?

-Ni una cosa ni otra. Pero si tengo que elegir, prefiero defenderme. Soy pacífica.

-¿Y atlántica?

-No, más bien mediterránea.

-¿Su estudio es su castillo?

-Sí, pero no me encierro mucho. Tengo el estudio abierto, como el programa de Íñigo. No soy un alma silenciosa. Lo que hago lo comparto. No me gusta trabajar como en los gabinetes del siglo XV, con sus secretos. Hay veces que no termino mis obras, porque me entusiasmo y empiezo a enseñárselas a la gente.

-¿Una época para ver castillos?

-Depende. Al de Estepa fuimos en Navidad. Probamos los mantecados y había mercado medieval.

-¿Por qué Bellas Artes?

-Quería ser periodista, pero mi padre me dijo que con 18 años no me iba a Madrid. Por descarte elegí Bellas Artes. Pensé que iba a ser restauradora, pero Restauración se daba en el sótano y me daba un poco de grima.

-¿Algún profesor le marcó?

-De todos aprendes, hasta del más malo. Estuve trabajando en el taller de Modelado de Juan Manuel Miñarro, aunque sólo hice un trabajo de imaginería, un San José que salió por primera vez en procesión en 1991 en San José de la Rinconada. Fue emocionante.

-¿Hay conflicto entre su estudio y la Diputación?

-Todo en mi vida, hasta las aficiones, está relacionado con mi trabajo. Estoy de hobby todo el día. Tengo la suerte de que trabajo en lo que me gusta, para mí no es trabajo. En los castillos me lo paso estupendamente. En mi estudio, haciendo chaladuras, igual. Me gusta coger las cosas y tunearlas. Las ready mades de Duchamp, que cogía una rueda de bicicleta y la convertía en una escultura.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios