novedad editorial

La verdad tras el torno

  • El periodista Carlos Navarro presentó ayer el libro 'Entre monjas y frailes', de Ismael Yebra, un médico conocedor de la clausura sevillana

A Ismael Yebra le gustan los sitios escondidos: los faros, las estaciones de trenes en los pueblos y los monasterios. Eso sí, siempre que se mantengan para lo que fueron creados, y no como "hoteles con encanto". "Ir a contracorriente me facilita encontrarme conmigo mismo". Fue una de las primeras confesiones del autor de Entre monjas y frailes, un libro edidato por Páginas del Sur y que ayer se presentó en la Fundación Cajasol. Al acto acudieron el arzobispo de Sevilla, monseñor Juan José Asenjo; el presidente de la citada entidad, Antonio Pulido; el presidente del Grujo Joly, José Joly; el director de Diario de Sevilla, José Antonio Carrizosa; el portavoz del PP, Alberto Díaz; y la concejal de este partido Mar Sánchez Estrella. La obra fue presentada por el escritor y redactor jefe de Diario de Sevilla, Carlos Navarro Antolín.

"Dios llamó a algunos para la vida contemplativa y a mí me llamó para que la cuente", subrayó al principio de su intervención Ismael Yebra, un médico que conoce a la perfección el mundo de la clausura no sólo de Sevilla, sino de toda España. Acceder donde nadie puede sólo se logra "a base de ganarse el respeto, la confianza y el cariño", aseguró Carlos Navarro durante su presentación. Una frase con la que se resume el trabajo desarrollado por Yebra durante estos años, en los que sus atenciones médicas con las órdenes que ocupan los cenobios le ha permitido tener el privilegio de adentrarse en un ámbito al que la ciudad le ha dado la espalda con inmerecidos tópicos. "Algunos piensan que el mundo contemplativo es absurdo, cuando es imprescindible", defendió el autor de la obra.

Un convento no es algo inútil. Todo lo contrario. Es una turbina de energía sobrenatural"El libro enfrenta la verdad de la clausura frente a la mentira que se vive en la calle

"No se quiere lo que no se conoce", expresó Navarro Antolín, a lo que el prelado hispalense añadió que en la sociedad actual se vincula a las monjas "con personas amargadas e inútiles". "Todo lo contrario. Un convento es una turbina de energía sobrenatural", defendió monseñor Asenjo. Entre monjas y frailes destierra todos los tópicos que se han venido creando en estos tiempos. No se trata de una guía artística, como advirtió el periodista Navarro Antolín, sino de un libro en el que se puede llegar a sentir el silencio, la soledad y la necesidad de aislamiento que se vive tras el torno de un convento. Ahí radica, según Yebra, la aseveración barroca de Miguel de Mañara en su Discurso de la Verdad, tan alejado del Discurso de la Mentira -de Joaquín Romero Murube- que la ciudad del exterior se empeña en construir cada día.

Un libro que invita a la reflexión, pues no sólo se queda en la descripción de los cenobios. "Es necesario buscar un espacio para encontrarse con uno mismo", defiende este médico de origen castellano, quien en la Feria se aleja del mundo de las vanidades para recluirse en un convento y al que le gusta Sevilla en agosto, quizás porque en este mes es cuando la ciudad se asemeje más a la verdad que encuentra en los monasterios. "Un cenobio no es una prisión, sino una liberación. Un monje se aparta de la carrera absurda hacia ninguna parte que impera en esta sociedad", destacó Yebra.

Carlos Navarro puso de relieve que en esa búsqueda de la verdad que existe en el libro hay un continuo contraste entre la Sevilla de los conventos y la diaria. Frente a la "autenticidad" de la primera, "la ciudad descafeinada y despersonalizada con un casco antiguo cada día más franquiciado". De ahí, otra de las máximas del autor de la obra: "Prefiero un edificio decadente antes que uno mal restaurado".

Yebra confiesa que el patrimonio ha de ser usado para "su función original". Tiene aversión por los refectorios convertidos en bares de copa, "que en España los hay", como aseguró el redactor-jefe de Diario de Sevilla. Por tal motivo, como a muchos sevillanos, a este médico le causa un gran desafecto el término de "espacio" con el que se denomina al antiguo convento de Santa Clara, hoy de propiedad municipal. "A mí los conventos me gustan con monjas dentro", recordó Yebra en varias ocasiones.

Tal es su interés por la clausura que puso de relieve la necesidad de que una comunidad contemplativa masculina se cree en Sevilla, deseo que comparte con el arzobispo de Sevilla, con el que estos años ha consolidado una amistad que se vio refrendada ayer con la asistencia del prelado a la presentación del libro. La obra de un sevillano que se considera "extraño". "Nunca lo busquen en las bullas de las Fiestas Mayores. Al doctor Yebra se lo pueden encontrar en su exilio interior de la Alfalfa", dijo Navarro Antolín de un médico escritor que "tiene mucho de monje".

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