Arsenal, Boca Juniors y Galatasaray. Por ese orden, que se sepan, han sido los clubes que han tentado a Éver Banega en los últimos meses, pero el rosarino es un futbolista atípico. Su familia –y él mismo– valora la calidad de vida que ha tenido estos años en Sevilla, mientras que deportivamente el centrocampista se ha sentido importante, muy importante en el equipo.

Tuvo una mala experiencia en el Inter en ese paréntesis del que lo rescató Óscar Arias y, pese a las ofertas que se le presentaron, Banega siempre se sintió alguien muy respetado en el Sevilla y ni siquiera ese abrupto final de Liga que le costó una dura sanción de cuatro partidos (uno aún lo tiene pendiente) cambió su idea de agotar el año que le queda de contrato tras los infructuosos intentos de Caparrós la pasada campaña por renovarlo.

Además, este verano tanto Monchi como Lopetegui le han trasladado la confianza necesaria para que no tenga que estar pensando en salir del club y va a seguir siendo un jugador con peso.

Sin embargo, dos aspectos pueden hacer que Banega cambie de opinión. Uno es que el futbolista cambió de representante y éste está como loco buscando ofertas en el mercado. Otro, la llegada a la plantilla de su sustituto natural, Óliver Torres. Hasta ahora, el argentino no había tenido competencia en su puesto e incluso la pasada campaña se exprimió quizá demasiado. La llegada del extremeño hace que las cosas cambien porque tiene calidad y tienen parecidos registros, aunque han demostrado que pueden jugar juntos y que son compatibles. Otra cosa es que Lopetegui quiera mezclar talento y físico.

Paralelamente, se habla desde ayer de una jugosísima oferta del fútbol árabe desvelada a medias por beIN Sports en Miami, ya que no cita al club en cuestión. El Sevilla sólo sabe que su agente está moviendo Roma con Santiago para tratar de encontrar una oferta que convenza al jugador y al Sevilla, que cuenta con él pero que accedería por una cantidad que se acerque a los 20 millones que figuran en su cláusula de rescisión.

Hay tranquilidad en el club, pero en estas cosas nunca se sabe lo que puede pasar.