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Pinceladas sobre el toro en su hábitat natural

  • Luis Rizo expone en el Círculo Mercantil 'Tauromaquias', una muestra sobre la crianza de las reses bravas y su vida en el campo

El pintor Luis Rizo durante la inauguración de su exposición en el Círculo Mercantil.

El pintor Luis Rizo durante la inauguración de su exposición en el Círculo Mercantil. / víctor rodríguez

Sabe el artista que para desarrollar su obra -y que ésta quede bien- deberá invertir en ella todo el tiempo del mundo. De la vieja escuela y perfeccionista a más no poder, el pintor Luis Rizo ha invertido más de un año en desarrollar la colección de óleos que, hasta el 7 de mayo, puede verse en el Círculo Mercantil (C/ Sierpes, 65). De nombreTauromaquias, la muestra reúne más de treinta piezas que tienen por protagonista el mundo taurino, aunque con un enfoque y trasfondo distinto al habitual.

Rizo, que nació en los aledaños de la Maestranza, estuvo vinculado al mundo taurino desde muy pequeño. Pero sólo conocía la fiesta, no al toro en el campo. Amante del animal, no lo pensó dos veces y durante un año paseó sus pinceles por los campos andaluces para captar la esencia del animal y conocer de cerca cómo es su crianza. "Para mí el toro es vida, aunque muchos piensen lo contrario. No me gusta pensar en su sufrimiento porque no considero que lo padezca. Por eso en esta muestra sólo se ve al toro en el campo, no en una faena", señala Rizo. A modo de reivindicación y, en cierta manera, con idea de mostrar que el toreo es un canto a la vida, a pesar de que el fin sea la muerte del animal, Tauromaquias enseña una cara, quizás oculta, de esta fiesta. "En las dehesas los toros conviven con otros animales y en unos ecosistemas que se mantienen gracias a las reses bravas", señala el artista. Rizo, además, invita a los ganaderos a abrir sus fincas para que los que defienden la fiesta conozcan la procedencia y los que no son afines a ella vean que al animal no se lo deja de cuidar nunca.

Durante todo el proceso de creación, Rizo ha vivido todo tipo de experiencias y se ha adentrado en un mundo que le era, en parte, desconocido. Ha visto a una vaca creerse toro y a un perro sentirse res brava; ha observado a los toros correr en libertad a escasos metros de él, los ha visto detenerse en un atardecer junto a unas liebres y ha sentido su furia desatada al pelear unos con otros. De su observación nace su obra, aunque no toda provenga del campo. También se observan piezas en la plaza. Un torero dando lances de salón, un rejoneador a lomos de su caballo o la espalda de Manolo Escribano en el histórico indulto al toro Cobradiezmo en la corrida de Victorino Martín de la pasada Feria. En la pintura de Rizo hay espacio hasta para la ensoñación. Rejoneador, Alejandro Rodríguez Garrido sueña con debutar en la Maestranza. Luis Rizo, que sabe que lo hará, ha imaginado el momento en su cabeza y lo ha plasmado en papel.

Su pintura siempre es al natural, se declara amante de las luces que cambian durante el día y busca reflejar en el lienzo lo que sus ojos guarden como más bonito. Pero a veces toca salirse de las preferencias si la ocasión lo requiere. Considerada una de las más reputadas sagas de fotógrafos, la familia Arjona recibe homenaje de los pinceles de este pintor con un cuadro inspirado en una de sus instantáneas. A destacar de esta muestra -y reflejo de la cercanía y naturalidad de Rizo-, que el artista pintará un cuadro en directo mientras los visitantes observan su obra.

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