Calle rioja

Viaje literario desde Tirana a Triana

EL libro empieza como el Quijote y se lee como Rayuela con música por sevillanas de Los Romeros de la Puebla, con salto de capítulos y el salto definitivo: se terminó de imprimir días después del salto a la reja de 2016. No pudo estar su autor en la aldea almonteña, porque Julio Muñoz Gijón, @Rancio, lleva la página web de la selección española de fútbol, que por esas fechas de Pentecostés preparaba el inicio de la Eurocopa de Francia de la que nos echó Italia.

De Tirana a Triana, como suena. Julio aprovechó el paréntesis balompédico después del partido contra Albania en una ciudad de nombre impronunciable para bajar al sur de sus entrañas y hacer el camino en diferido. Sólo le ha faltado firmar ejemplares de Un hombre-lobo en el Rocío (El Paseo) en el vado del Quema, nombre técnico del río Guadiamar a su paso por Aznalcázar.

Un libro sobre el camino en una editorial que se llama El Paseo debería estar subvencionado por la hermandad matriz y el Consejo Superior de Deportes. Su editor, David González Romero, le dijo que lo iba a exprimir bien, "le voy a romper la muñeca", y casi lo consigue. El viernes firmó en La Casa del Libro; el sábado, primero en la librería Reguera; por la tarde, una gymkhana libresca por Triana con instrucciones en una tienda de la calle Pureza; y al anochecer, cuando el hombre se hace lobo, mientras empezaban a caer los goles blancos en el Villamarín, en el FNAC. Ayer remató la jornada en el Vips. Una jornada de tres días, como la liga Santander del señor Tebas.

Está a punto de salir al mercado la nueva novela de Arturo Pérez-Reverte, Falcó. Ya quisiera el otrora corresponsal de guerra disfrutar del privilegio de Muñoz Gijón, el hijo del impresor de la calle Navarros. "Por la compra de un ejemplar", se lee en el escaparate de la librería Reguera, "le obsequiamos con una cerveza en El Tremendo". Julio Reguera atiende al público que iba a la librería este mismo sábado en que por la noche se fallaba el Planeta, hombres-lobos de la política y la cultura en manteles de diseño. Guillermo Reguera, su hermano, estaba pendiente del escritor, que atendía al goteo de lectores. Unos reincidentes; otros, nuevos; algunos, lectores consortes.

Jiménez y Villanueva cabalgan de nuevo. Es la primera vez que vuelven al papel después de su incursión en la televisión con Brigada de Fenómenos, una serie con producción de Gervasio Iglesias, un sevillista que comparte con el bético Muñoz Gijón figurar en la nómina de autores de El derbi final, también en El Paseo.

La librería Reguera, junto a la iglesia de Santa Catalina, es un punto neurálgico del microcosmos del Rancio sevillano. Su particular Greenwich Village. En El asesino de la regañá dice que el mundo se divide en dos: los que piensan que la calle Almirante Apodaca es donde está la Hemeroteca Municipal y los que sin embargo opinan que allí se encuentra el Tremendo. Este libro viene con cerveza, como el Ulises de Joyce. La tiran fresquita en el bar de San Felipe, y el autor pide de apoyo unos chicharrones.

En Reguera no tienen, todavía, ningún libro de Bob Dylan, pero hay una camiseta de Silvio, la que lucía el autor de la tetralogía de los polis más disparatados de la literatura española desde Plinio y don Lotario. Le profesa fervor al rockero de Los Remedios, del que ayer se cumplieron quince años y quince días, niña bonita al cuadrado, de su muerte. Un lector lleva una camiseta, también de fondo negro, con una fotografía de Hitchcock. Con tanta cerveza literaria lo normal es que apareciera el director que más provecho le sacó a las rubias.

Entre las novedades, la vuelta de Hipólito G. Navarro o la nueva novela de Juan Manuel de Prada, con un título, Mirlo blanco, Cisne negro, que parece una canción de Basilio. Julio no ha leído las memorias de Andrés Iniesta, libro con prórroga. Dice que Juan Mata, el asturiano que juega en el Manchester United de Mourinho, prepara su estreno como poeta. "Va a sorprender. Lleva sus libros a las concentraciones, lee a Bukowski". Las próximas salidas con la selección, a Londres y Granada. La ruta de Joaquín Sabina.

Antes de la hora del hombre-lobo, los poetas andaban sueltos por la ciudad: Pepe Serrallé, en el Tremendo; Carlos Wamba, en la calle Feria; Juan Lamillar, en la Alameda. Hubo una escuela sevillana de fútbol, la hay de actores y actrices, y en Reguera florece la escuela sevillana de autores: Paco Robles, Fernando Carrasco, con la reedición de El hombre que esculpió a Dios, y la cuarta entrega del Rancio, como Milenium, pero vivito y coleando. Como la realidad imita al arte (Oscar Wilde), una pintada en Amor de Dios: "Lovecraft era negro".

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