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Secretos al descubierto del traje de flamenca

  • Cuerpo, mangas, escote, volantes, mantoncillo y calzado son las claves en torno a las que se articula nuestro traje típico, una prenda de la que desvelamos todos sus secretos.

Cuerpo y manga

Pilar Vera

"Es esencial un buen patronaje para que exista una perfecta adaptación a la persona", aclara Pilar Vera antes de profundizar en la cuestión. "La cintura debe ser muy ceñida, aunque irá en función del cuerpo", continúa la diseñadora. "Si el trasero es más voluminoso, no podemos ajustarlo a la cadera y sí dejar el vestido más amplio. En caso de tener menos, marcaremos por debajo del "culete" para realzarlo lo más posible". ¿Un truco infalible a la hora de potenciar las curvas posaderas? Las medias o braguitas con un poco de relleno. Y, como novedad a destacar en la nueva colección de la sevillana, un corte abotonado con el cuello camisero.

En cuanto a las mangas, se dan más posibilidades pues, para empezar, pueden presentar diferentes larguras. "Las más bonitas son las largas con profusión de volantes, si bien entiendo que no sea la opción más cómoda", establece Vera. "Las hay también al codo o incluso se están introduciendo unas pequeñas de farol. Todo está inventado y la tendencia es reinterpretar tendencias pasadas". Pero, ¿cómo se logra que, al bailar, sea cómodo levantar el brazo sin tirar del resto del traje? "¡Me estás pidiendo que te cuente demasiado!", bromea nuestra cómplice para, de seguida, explicarlo. "O se pone un suplemento de tela en la axila, o se deja esa zona con más amplitud de tejido. Aparte, en el codo, también empleo una pinza para que sea fácil moverlo".

Y si lo que pretendemos es darle vida al traje, nada mejor que la mezcla del popelín y la licra. "Es lo que más se parece al clásico percal, aunque el listado de posibles tejidos sería interminable: sedas, raso, popelines, batistas suizas, satenes… ¡Hasta las mil rayas de los babys de los niños pequeños! La imaginación de cada uno es determinante", concluye la responsable de una de las firmas preferidas del público.

Mantoncillo

Ángeles Verano

Su valor es tan grande que, para Ángeles Verano, no podría entenderse el vestido de flamenca sin el mantón. "Es una de las piezas a las que más atención pongo", avanza la creadora. "He investigado mucho pensando dónde colocarlo, llegando a la conclusión de que me gusta en el escote con un nudo delante que, si nos da poca confianza, podemos asegurar con un pequeño imperdible. Al pillarlo en el traje podríamos estropear la tela, con lo que no me parece lo más conveniente".

En cuanto a la combinación, Ángeles Verano intenta que vaya en consonancia con cada modelo aunque con un matiz genérico. "No soy amante de los enrejados grandes y barrocos. Prefiero lo sencillo, algo que no supone que preste menos atención a una infinidad de elementos. Este año, por ejemplo, he propuesto una mayor uniformidad en el fondo, incidiendo más sobre el tejido".

¿La aportación de la que Ángeles se siente más orgullosa? "Es algo que saqué para la tarde-noche. Un mantón "estrella" inspirado en las "salidas de ópera" que las damas tenían para asistir al teatro por la noche. Éstas solían confeccionarse con bordados, pero yo las adapté con motivos de terciopelo. La mayoría de mis clientas poseen uno".

Escote

José María Cañavate

La responsabilidad de reflexionar sobre este punto recae en una de las promesas más sólidas del diseño flamenco: José María Cañavate. El mimo con el que cuida la femineidad de la mujer le convierte en idóneo y, por esa razón, él acepta nuestro reto encantado. "A veces, por sólo medio centímetro que me he pasado en el escote, ha cambiado el look completo del resto del traje", recuerda. "Es algo muy artístico y en lo que se deben buscar dos objetivos principales: que los hombros no se descuelguen y encontrar el equilibrio en función de la anchura y altura de la mujer".

Su opción personal es la más explosiva, abriendo lo más posible la figura delante y detrás. "Antes se tapaba más por vergüenza pero ya no pasa eso. Las chicas se sienten atractivas y quieren explotar su belleza. Me exigen que baje el escote e incluso que acople el sujetador al vestido", prosigue para detenerse más tarde en algunos detalles a tener en cuenta. "De tener mucho pecho, mejor escote de pico y, si hubiera menos, elegiría una opción ovalada o cuadrada. A las más jóvenes no les importa que le llegue hasta el ombligo y, las maduritas, inciden en cubrir la espalda hasta la mitad".

Poco amigo de los tirantes y de los enrejados al cuello, prefiere acoplar estratégicamente dos mantoncillos a izquierda y derecha para que, aunque formen una especie de drapeado, no tapen el busto. Eso sí, esencial es el cordoncillo que, una vez arregladas, termine de ajustar el vestido como si de una segunda piel se tratase.

Volantes

Lina

Son al traje de gitana lo que una guinda a un pastel. Una afirmación que comparte Lina, auténtica creadora del volante de capa que, hoy día, prácticamente todas las flamencas utilizan. "Hay otras posibilidades, como el volante en pico. Es válido si se está cómoda y existe armonía. Que, a la hora de andar, las piernas apenas tengan que rozar la tela", cuenta esta visionaria que supo, hace más de cuarenta años, avanzar la mayoría de las invenciones que, con el tiempo, se convertirían en tendencias imprescindibles para entender, en la actualidad, el concepto de esta vestimenta de tan marcado acento andaluz.

"Los estampados no admiten volantes pequeños, pues no dirían nada. En cambio, si el fondo es liso, puedes crecerte y jugar con diferentes tamaños". Eso sí, hay un punto de los patrones modernos con el que Lina se muestra claramente en desacuerdo. "No me gustan nada los talles en las rodillas. No hay manera ni de andar, ni de sentarse, ni de, por supuesto, bailar. Si las batas de cola de mi taller fueran así, las bailaoras tendrían que moverse a saltitos", corrige con el magisterio adquirido a base de sus muchas horas de trabajo y de su mucho talento. El mismo que le ha llevado a decantarse, en ciertas ocasiones, por manojitos de madroños para rematar los volantes o, llegado el caso, hasta prescindir de estos para algunas propuestas concretas. "Cada detalle tiene su importancia pero, si lo hacemos con buen gusto, dan ganas de ir siempre vestida de flamenca".

Zapatos

Nuria Cobo

Apenas se ven pero, el interés que generan, es primordial. De hecho, un calzado mal escogido puede "cargarse" el modelo más maravilloso. Con esta claridad se expresa Nuria Cobo, experta empresaria, gran amante de la Feria y una de las mayores defensoras de la calidad de los zapatos en el conjunto flamenco. "Las alpargatas o los modelos planos son horribles. Desmerecen el vestido mientras que un buen tacón lo realza. Para cortes largos me gustan las punteras -este año, más redondas-, y, en los de tipo años 60, las plataformas no quedan mal". Tal vez no lo habíamos pensado pero la comodidad de lo que calcemos influye en el andar de la mujer y, más allá, en su expresión. "El gesto fresco y bonito va muy en función de un buen zapato y, para conservarlo, recomiendo no quitarse las medias. Contienen la dilatación de las piernas y evitan rozaduras". ¿Más ayudas? Unas "medias plantillas" que se pegan en la punta evitan tanto el deslizamiento como el dolor en la planta del pie.

Por último, Cobo propone la desmitificación de una falsa creencia: "Tenemos que desterrar el pensamiento de que el calzado caro se estropea con el albero. El ante se limpia con un cepillito y agua y, la piel, con toallitas húmedas de bebés. Es, junto a los complementos, lo verdaderamente reutilizable el resto del año", concluye la empresaria, proponiendo analizar la diferencia entre un cruce de piernas con unas zapatillas de esparto a otro con unos taconazos. "No hay comparación", concluye.

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