HAY que volver a las fotos en sepia para recordar aquellos programas de mano en los que se recogían las letras de sevillanas antiguas. Fue en la década de los 40 y 50 cuando se editaron esas publicaciones que eran un compendio de las fiestas primaverales de Sevilla. Información básica sobre la Semana Santa y la Feria junto a artículos de periodistas de referencia de la época. Uno de los más conocidos de aquellos años fue el denominado El Maestro Currito, en honor a José Antonio Herrera López, famoso por sus enseñanzas del baile por sevillanas e impulsor de dichos programas.

Estos ejemplares han servido de base para la publicación editada este año por la Fundación Cajasol, que lleva por título El Sevillanero, una exhaustiva recopilación de las letras de sevillanas que han quedado en la memoria colectiva de la ciudad y otras que han dejado de cantarse, pero que constituyen una auténtica reliquia de un género que conoció su época de mayor esplendor a finales de la década de los 80 y principios de los 90 del pasado siglo.

¿Sabe alguien que la sevillana más antigua que se conoce está atribuida a Lope de Vega y le puso música Federico García Lorca? Dos escritores de las dos épocas de oro de la literatura española. El Barroco y la Generación del 27. El siglo XVII y el XX en una sevillana del XVIII que une, como ambos tiempos, a Sevilla y Triana en sus versos. Es la primera de las 150 letras que recoge El Sevillanero. Desde el autor de El perro del hortelano al trovador de Sevilla, Francisco Palacios El Pali, pasando por Pascual González, quien junto al grupo Cantores de Híspalis han recopilado estas obras tras una investigación, una de las pocas que se han realizado sobre dicho género. El programa de mano se completa con reproducciones de lienzos del siglo XIX sobre la Feria que se encuentran en el Museo Thyssen de Málaga.

Pascual González y Cantores de Híspalis interpretan 52 de estas sevillanas recogidas en un CD en el que colaboran Las Caléndulas y la Banda Sinfónica del Liceo de Música de Moguer. El precio de este disco es de cinco euros y se adquiere en la sede de la Fundación Cajasol (en la Plaza de San Francisco), en la cadena de Librerías Beta y en la Fundación Prodean, adonde se destinará la recaudación obtenida por la venta para sus obras sociales.

Se recupera así una publicación imprescindible en la Feria de mediados del siglo pasado. Para ello, la Fundación Cajasol se ha inspirado en el programa que ideó José Antonio Herrera López, conocido con el sobrenombre de Herrera el Hermoso y El Maestro Currito, apodo con el que se acabó titulando estas publicaciones. Julio Domínguez Arjona, en su página web La Sevilla que no vemos, dentro de una serie sobre personajes famosos de la Feria, glosa la figura de este sevillano que tan popular se hizo en la posguerra.

Conocido por sus clases de baile, en la década de los 30 ocupó el cargo de secretario en la Peña Er 77, una auténtica institución de la época. Tras el conflicto bélico, fue sustituido en su cargo por el no menos famoso Conde de las Natillas (José Martínez López, jefe del obrador de La Campana). Este cambio -que poco agradó a este maestro del baile por sevillanas- le llevó a fundar otra institución similar en 1943 que pasó a denominarse Er Maestro Currito. Su fin principal era organizar "festejos típicos andaluces".

En esta institución impulsó la edición de unos programas de mano (con un formato sin grapas de 12 centímetros de ancho por 16,5 de largo) cuyo contenido versaba sobre las fiestas primaverales de la ciudad. Competía así con la que llevaba casi una década editando la Peña Er 77, aunque la de José Antonio Herrera tenía un tono menos burlón en sus artículos, al centrarse en el baile por sevillanas.

La Fundación Cajasol retoma este formato con la intención de que no caigan en el olvido 150 letras de sevillanas compuestas, entre otros, por Rafael de León, Manuel Garrido, El Pali, Aurelio Verde, Manuel Melado, Pascual González, Manuel Pareja-Obregón, Luis Baras, Rafael Romero Sanjuán y Feli Perejón. Un programa que se ha de tener a mano para arrancarse a cantar. Imprescindible cada vez que se pise el albero de cualquier feria.