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Kiev recibe el apoyo del mayor magnate del este en vísperas de las elecciones

  • Rinat Ajmetov, el hombre más rico de Ucrania, encabeza un movimiento de protesta contra los separatistas de Donetsk. El líder de los rebeldes amenaza con nacionalizar sus empresas.

El Gobierno ucraniano recibió ayer el apoyo del magnate Rinat Ajmetov, considerado el hombre más poderoso del este rusohablante, quien dio la espalda a los insurgentes de la autoproclamada "república popular de Donetsk".

"¿Qué han hecho por nuestra tierra? ¿Qué puestos de trabajo han creado? ¿Andar con fusiles por las ciudades del Donbass (cuenca hullera) es acaso defender los derechos de la gente frente al poder central?", manifestó.

El hombre más rico de Ucrania, propietario del mayor conglomerado industrial del este del país, Metinvest, encabezó ayer un movimiento de protesta contra los separatistas de Donetsk, que proclamaron su independencia y pidieron su ingreso en Rusia el pasado día 12. "Nadie puede atemorizarnos, ni los que se llaman república popular de Donetsk", dijo Ajmetov, quien acusó a los milicianos de "pillaje y secuestro de ciudadanos pacíficos" y tachó sus acciones de "genocidio del Donbass" y "lucha contra los habitantes".

Aunque se manifestó a favor de la federalización de Ucrania la pasada semana en la primera mesa redonda de unidad nacional, Ajmetov mantenía un riguroso silencio sobre la sublevación prorrusa, lo que llegó a irritar a Kiev.

La gota que colmó el vaso de la paciencia de Ajmetov fue el "impuesto revolucionario" que le exigieron los separatistas, a lo que se sumó el bloqueo del transporte ferroviario en Donetsk, lo que amenazaba los suministros a sus empresas.

Una "sirena de la paz" sonó a mediodía en todas las fábricas de Metinvest emplazadas en la región, en una iniciativa "Donbass sin armas". Al mismo tiempo, varios centenares de seguidores del club de fútbol Shakhtar Donetsk, también propiedad de Ajmetov, acudieron al estadio Donbass Arena para tomar parte en otra acción, "la Marcha de la Paz".

La sirena sonará todos los días a mediodía en todo el Donbass, dijo Ajmetov, quien culpó a los milicianos rebeldes de poner en peligro con sus acciones la economía y los puestos de trabajo en la región.

El ministro de Interior ucraniano, Arsen Avakov, no dudó en felicitar a Ajmetov por mostrar "por fin energía" para poner punto y final a la rebelión prorrusa que vive desde hace más de un mes esa región y también la vecina Lugansk. "Le creo. Espero que el Donbass también le crea. Si es un deseo genuino, resolveremos las diferencias y aparcaremos los fusiles", escribió en Facebook.

Mientras, el líder de Soviet Supremo (Parlamento) de la "república popular de Donetsk", Denis Pushilin, respondió al empresario con la amenaza de "nacionalizar" sus empresas. "Se ha tomado la decisión de nacionalizar" las empresas de los "oligarcas regionales que no quieren pagar impuestos a la república popular de Donetsk", escribió Pushilin en Twitter en alusión a Ajmetov, al que acusó de "financiar el terror en el Donbass al pagar impuestos a Kiev".

Mientras, las autoridades proseguían sus preparativos para las elecciones presidenciales del domingo, pese a que un grupo de hombres armados tomó ayer otro colegio en Mariupol (Donetsk).

Según la Comisión Electoral Central, a falta de cinco días para los comicios los insurgentes tienen bloqueadas las comisiones de 11 de las 34 circunscripciones electorales en Donetsk y Lugansk.

El alcalde de Donetsk, Alexandr Lukianenko, expresó su intención de reunirse con los insurgentes para que permitan la celebración de la votación.

En respuesta, uno de los líderes de la rebelde república de Donetsk, Miroslav Rudenko, aseguró que los insurgentes mantienen su boicot a las presidenciales.

Kiev ya asume que existen municipios rebeldes, como Slaviansk, Kramatorsk y Gorlovka, donde los electores no acudirán a las urnas, unos por propia iniciativa y otros por temor a las represalias.

El número de desplazados internos en Ucrania ya superó los 10.000 y sigue creciendo, advirtió ayer el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).

La mayoría de los desplazados son tártaros étnicos.

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