Cultura

Primeras pinceladas de 'Cuentos de azúcar', la obra que presentará Eva Yerbabuena en la Bienal

  • La artista ha ultimado este viernes en Sevilla su nuevo trabajo, de fuerte influjo japonés. Lo estrenará el próximo 27 de julio en el Festival Grec de Barcelona y el 29 de septiembre llegará al Teatro de la Maestranza

Eva Yerbabuena, este viernes en Sevilla durante un ensayo de su nueva obra.

Eva Yerbabuena, este viernes en Sevilla durante un ensayo de su nueva obra. / Antonio Pizarro

El próximo 27 de julio, en el Festival Grec de Barcelona, Eva Yerbabuena estrenará Cuentos de azúcar, su nuevo trabajo, que pasará después por Sevilla, el 29 de septiembre en el marco de la Bienal de Flamenco. Hoy, la bailaora y coreógrafa granadina ha estado dando los últimos retoques al trabajo en un local de la Cartuja, y aprovechamos la ocasión para que la artista, figura indiscutible del baile actual, ofrezca las primeras pinceladas sobre lo que el público sevillano podrá ver en el Teatro de la Maestranza.

"Es uno de esos espectáculos que no son buscados, sino que vienen a tu encuentro. Justo la noche del estreno de Apariencias [su anterior creación], vino a verme un amigo de Japón, y me regaló un CD. Lo pude escuchar días después, en casa, tranquilamente, y aquello me dejó atrapada. ¡Esa voz! A mí lo que me conmueve son las voces, siempre ha sido así, y la de esta mujer era como una máquina del tiempo. Supe que tenía que hacer algo con ella. Ha sido un proceso largo, pero maravilloso", explica Yerbabuena.

La mujer es Anna Sato, y el disco, uno dedicado a la música popular de Amami, "una antigua isla de esclavos que fue primero japonesa, después china, más tarde francesa y luego japonesa de nuevo", explica. "Allí se trabajaba la caña de azúcar y el arroz, lo mismo que se sigue haciendo hoy, junto con telares donde se hacen kimonos –dice–. Fuimos allí para conocer sus costumbres y me llegó muy hondo todo lo que vi y escuché".

Otro factor explica el título de la obra y la potencia con que le llegaron los "pequeños relatos" que canta Sato, historias exóticas hasta cierto punto, pero en cuya base la artista encuentra un aroma "familiar". "De pequeña yo veraneaba en Salobreña y nos alojábamos dentro de la fábrica de azúcar. Fíjate lo que es la vida... Íbamos allí porque mi abuela cuidaba a su tío, que era muy mayor y estaba viudo, y trabajaba de guarda jurado en la entrada de la fábrica. Ese olor a la caña de azúcar... Además, cuando le preguntaba a Anna qué estaba cantando, porque ni siquiera lo hace en japonés, sino en un dialecto de la isla, yo alucinaba porque me di cuenta de que, al final, son las mismas historias en todos los sitios”, dice sobre algunas de las piezas que formarán parte del espectáculo, desde una historia de amor con ecos de Romeo y Julieta hasta la nana que canta la japonesa sobre un niño que pregunta por su madre, y le responden que está "en el campo recogiendo papas", pasando por una historia de un pájaro negro que se aparece llorando, que a la bailaora y coreógrafa le recordó a "aquello que decían las abuelas: uy, está cantando la lechuza, veremos quién se muere...".

"Yo tenía claro que tenía que ser un espectáculo de una belleza extrema, sutil, elegante, un deleite a nivel musical y de imagen, y que aportara paz", explica Yerbabuena, que plantea la obra como "un diálogo" entre las culturas flamenca y de Amami. La parte musical, con dirección de Paco Jarana como siempre, incluirá "cañas, cartageneras, tangos, alegrías, una taranta que hace Paco con la guitarra... Todo ello, ligado a los cantes de Anna, pero sin modificar las letras ni el espíritu de su música ni los de la nuestra".

En el aspecto coreográfico sí que habrá un cambio, dice la artista, única bailaora del espectáculo junto a Fernando Jiménez . "No me han gustado nunca los círculos, si observas mis coreografías rara vez verás alguno... Hasta ahora. Todo en la isla de Amami es circular, desde las copas de los árboles a los espejos de los templos, todo. ¡Con la manía que les tengo! Pero ese elemento está muy presente presente en el trabajo coreográfico y en la escenografía, claro... Todo conducía a que yo me moviera dentro de un espacio circular y, la verdad, ahora pienso que es increíble lo que un condicionante de ese tipo puede llegar a sacar de ti".

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