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La noticia no es que Cuatro haya retirado Hazte un selfi. La verdadera noticia era que un producto semejante perdurase tarde a tarde en nuestras pantallas sin que a nadie se le cayera la cara de vergüenza. El programa que desde este lunes no se asoma ya a las pantallas de Cuatro era cretino como pocos. Aunque, para desgracia nuestra, el grado de estulticia exhibido, que se agigantaba a medida que pasaban las semanas y el formato era 'corregido', tiene parangón en otros programas semejantes que no van a correr el mismo destino.

Una televisión que consiente que Hazte un selfi se haya colado en nuestras sobremesas o nuestras meriendas durante tantos meses seguidos mientras ningunea con total impunidad a formatos como Millennium es, qué duda cabe, una televisión enferma. Espejo de una sociedad enferma, quiero decir. Porque la existencia de un programa diario como Hazte un selfi y el ostracismo al que se ve sometido el espacio presentado por Ramón Colom desde hace 4 temporadas son las dos caras de una misma moneda. Es el sistema. Es la dictadura de la audiencia.

Yo doy gracias por no haberme inmunizado. Ni a lo uno ni a lo otro. Cada vez que he visto Hazte un selfi, hasta el ultimísimo día, he sentido náuseas. Del mismo modo que cada vez que, los últimos lunes envuelto en una manta para combatir el frío, a eso de las dos de la madrugada, concluía la entrega de Millennium, tan aleccionadora y gratificante, he percibido lo duro que es vivir en un mundo tan raro, en el que para ser tú no tienes más remedio que remar a contracorriente.

Es más o menos lo que pasa por mi cabeza cuando compruebo la tozudez con la que los que mandan en TVE se empeñan en defender Hora punta, que, dicen, "enriquece" la programación de noche de La 1, cuando lo que hace es retrasar el prime time con escasa calidad e interés. Qué estupor.

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