El seleccionador Julen Lopetegui alineará esta noche a Gerard Piqué y de esta manera va a dar una satisfacción a los independentistas. Los abucheos del público alicantino serán de aúpa, con justificación, pero vendrán a convertirse en un inmenso spot internacional sobre el infundado odio hacia Cataluña y la manipulación perversa que dice que España es un país que vive en el terror, la dictadura y el autoritarismo. Imaginemos hoy la risita que se le pondrá a Pep Guardiola, a Mas o a los directivos del FC Barcelona y así tal vez se nos quitarían las ganas de darle más importancia de la que tiene un tipo como Piqué.

Por supuesto que no acude a la selección por querencia o buena voluntad. A él le mueve el ego, los títulos que nunca podrá ganar con otra selección. En estas circunstancias, a día de hoy, tras calentar las redes, es un simple quintacolumnista de los antisistema para agrandar su sombra de mártir y futurible presidente de la peña del estadio Hans Gamper. Los abucheos le doran la píldora a este quinceañero pijo y dan alas a los que van de gente de paz que amenazan a los policías, arrinconan a los hijos de los guardias civiles o piden a los escolares que escriban sobre lo que piensan sus padres sobre la independencia.

Un tipo como Piqué no se merece tanto jaleo televisivo, tantos análisis, minutos de rueda de prensa y tertulias futboleras. Piqué no se merecería ni el esfuerzo de escribir esta columna si no fuera porque con la reacción del público Romeva, Guardiola y otros manipuladores semejantes se van a ir lloriqueando por esos países y por sus falsas embajadas. Hoy tocaría que alguien empático como Miki Nadal, Leo Harlem, Christian Gálvez se pusiera en el centro antes de la salida de los equipos y, con buen humor y razonamientos, pidiera al público que no pitara a Piqué. Que no merece más que silencio, distancia e indiferencia. Si no fueran tan dañinos, como cantaba Serrat, es lo único que precisamente necesitarían ahora mismo los compadres de Jaume Roures (Mediapro): Pablo Iglesias, Colau, Junqueras y Puigdemont.

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