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Apunto estuvo de ser suprimido por un especial sobre el terremoto, pero finalmente pudo estrenarse en la madrugada del lunes al martes. Lo mejor de Alaska y Segura se coló por las rendijas que deja la televisión en directo. En un programa tan guionizado y eslaletado, muy caras de ver, todo hay que decirlo. Sucedió, por ejemplo, cuando Santiago Segura le dijo a Jordi Costa que con la edad se había transmutado en una especie de Antonio Gasset. O cuando Carmen Maura recordó su etapa televisiva con Fernando García Tola, y lo calificó como "un tío muy listo, un poco machista pero muy listo". Que como ella ya es abuela se puede permitir decir lo que le da la gana.

Instantes de televisión químicamente pura. Mágica. Instantes en los que no tuvieron nada que ver los guionistas, a quienes por otro lado tengo un gran respeto. Por cierto, que fue impagable el cameo que vimos al principio con Paco Tomás dando la reprimenda a Carlos del Amor por estar omnipresente en cualquier tipo de celebraciones y saraos (Paco Tomás que estuvo al frente de la transmisión de los Goyas Golfos mientras Carlos se ocupaba de los 'oficiales').

Alaska y Segura mejoraría con 'más aire' en las entrevistas y la tertulia, sus dos grandes balones de oxígeno. Aquellos por los que se puede colar la verdad, el hallazgo, el auténtico golpe maestro. La proliferación de actuaciones está muy bien para quienes asisten en vivo al programa desde el plató, pero no aporta nada, nada en especial, en tanto en cuanto espectáculo televisivo en tiempo real, a quienes lo seguimos desde casa. Es decir, que cualquier actuación musical, circense o performance podría ser grabado y no pasaría nada.

En Esta noche (grabado previamente, emitido en falso directo), Estudio abierto o Directísimo también sucedía y eran programa bien vivos.

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