Aplausos al señorito

Es la liquidación del espíritu del 28-F en las filas del PSOE, que levantó aquella bandera blanca y verde

Fue muy duro ver a Juan Espadas en el Comité Federal del PSOE aplaudiendo el discurso de Pedro Sánchez a favor de la amnistía a Puigdemont y sus compinches. Es verdad que fue de los últimos en aplaudir, y que no se le notó entusiasmo. Pero fue muy duro por lo que supone: la sumisión del PSOE de Andalucía, cuyo líder ya no defiende los intereses de su tierra. Es la liquidación del espíritu del 28-F en las filas del PSOE, que levantó aquella bandera blanca y verde cuando hacía falta. Y que consiguió entrar con ella en la Moncloa, de la mano de dos sevillanos: Felipe González y Alfonso Guerra, aprovechando el trabajo de Rafael Escuredo, otro sevillano, que entonces presidía la Junta de Andalucía.

Fue muy duro ver a Juan Espadas aplaudiendo la amnistía de Pedro Sánchez, sí, porque es lo contrario de lo que aplaudieron el 28-F los andaluces del PSOE. Fue duro incluso por el propio Juan, al que aprecio personalmente. Creo que cumplió como pudo durante su gestión en la Alcaldía de Sevilla. Entonces parecía el mejor candidato para liderar al PSOE de Andalucía después de Susana. Espadas había sido felipista, chavista y susanista. Nadie esperaba que revirara a sanchista. Quizás por temor a que María Jesús Montero, aupada por la Moncloa, le pusiera una zancadilla y se lo cargara. Al final, se está haciendo el harakiri él mismo. Por no ser fiel a sus ideas, que es el pecado más mortal que puede cometer un político coherente.

Perdió las elecciones autonómicas ante Juanma Moreno. Para recuperar el prestigio del PSOE en Andalucía, después de los ERE (y considerando que Sánchez siempre mira hacia el Norte), a Espadas le ha faltado valentía. Debió ser un barón del estilo de Emiliano García-Page, al que se le suponía cercano en lo ideológico. Pero ha cometido el error histórico de la Andalucía sumisa: aplaudir al señorito. A esa Andalucía que sufre y calla, resignada, que se acobarda ante el poder, es la que intentó despertar Blas Infante cuando reivindicó su “Andaluces levantaos”.

El PSOE abrazó el 28-F la bandera de la rebeldía en Andalucía, quizás para quitársela al PSA y al PA, pero la enarbolaron. Se opusieron al centralismo de la caverna de Madrid y a quienes querían un Estado con privilegios para Cataluña y el País Vasco. En aquel 28-F, los andaluces dijeron a ser iguales, a ser una autonomía de Primera, a no vivir sometidos a quienes querían marginarlos una vez más. Renunciar a la bandera del 28-F es triste. Pero es lo que hacen Juan Espadas y quienes le siguen el mal rollo. Aceptan lo inaceptable y olvidan que Andalucía todavía es la comunidad que ha dado más diputados al PSOE, más que Cataluña. Aunque ya no se les nota para nada.

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