Libraron este sábado los de Informe semanal. En la última entrega pudimos ver una estupenda entrevista que hizo Manuel Artero Rueda a Fernando Lugo, presidente electo de Paraguay. Ver el rostro de Manuel, de don Manuel después de tantos años de profesión, además de escuchar su voz, fue motivo de alborozo en la calurosísima noche del sábado. El timbre de Manuel Artero es sinónimo de poso, de prestigio, de trabajo bien hecho. Cuando uno ve a los Artero, los Vicente Romero, las Rosas Calaf al pie del cañón, habiendo atravesado el Rubicón de los cincuenta hace tantísimo tiempo, se pregunta hasta qué punto quienes se han acogido al ERE lo han hecho de un modo voluntario u obligatorio.

A mí, particularmente, me da que quienes se acogieron al expediente a la primera de cambio lo hicieron porque las condiciones eran muy ventajosas. Convendrán conmigo que permitirse el lujo de cobrar un sueldazo por quedarse en casa, haga frío o calor, hasta el fin de tus días, es una panacea. Pero también convendrán conmigo que quienes llevan el Periodismo en las venas, quienes pagarían por hacer lo que hacen, caso de los Artero, los Romero, las Calaf, no vean camino de irse. Por eso, y perdonen que les señale, me gustaría saber las razones íntimas por las que han abandonado gentes como Fernando Argenta, como Jesús Ordovás, como Maldonado y tantos otros.

En un mundo de mileuristas, de gente que las pasa canutas para llegar a fin de mes, Romero, Calaf, Argenta, Ordovás y Maldonado, por ser quienes son, por haberse convertido en rostros emblemáticos en la pantalla pública, pueden pasearse por un Centro Cultural, unos cursos, una Fundación, y ganar cerca de esos mil euros menos impuestos en un día, en un rato, en lo que dura una mesa redonda. Juegan en otra liga.

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