HAY realidades latentes en Sevilla que parecen más propias del Norte de África que del Sur de Europa. Los bomberos del Aljarafe avisan de que su sede central en Sanlúcar la Mayor no está acabada pese a ser inaugurada hace un año. Y critican que no tienen agua potable. Cualquier ciudadano puede pensar que es una exageración acalorada y desmentida de inmediato. Cómo no van a tener agua potable los que salvan vidas manejando agua bruta. Pues desde la Diputación, ni desde la Mancomunidad del Aljarafe, no han llegado ni el desmentido ni el fontanero.

La pregunta del millón es cuántos días se tarda en subsanar la falta de agua potable en cualquier edificio administrativo donde tiene despacho al menos un mandamás político con sus funcionarios o contratados, con sus visitas, con el qué dirán. Sin duda, la agilidad en la toma de decisiones y en librar dinero para pagar los gastos es mucho mayor. Así se podría establecer una ecuación: el tiempo de carencia de agua potable en un edificio de servicio público es directamente proporcional al cuadrado de la distancia física y al cubo de la distancia entre el político y los profesionales.

Otra ley científica que puede fundamentarse es la cantidad de cosas innecesarias en el gasto público, enchufados incluidos, si antes no se garantiza que los bomberos dispongan de agua potable. Aunque ahora el ministro Blanco vuelva a inflar el globo sonda de que debemos pagar impuestos de primera para recibir prestaciones públicas de primera, estoy convencido de que con la presión fiscal actual y el dinero que se destina a la Diputación da para tener agua potable en su Parque Central de Bomberos.

Vecinos de Tomares, Mairena del Aljarafe, Valencina o Benacazón: Cuando vean pasar un camión de bomberos flechado hacia una emergencia, háganle señales de que a la vuelta paren para obsequiarles con garrafas de agua. Apadrine a un bombero potable. Yes, we can.