Coincidiendo con su siglo de vida, la Cabalgata de Reyes Magos de Sevilla ha sido declarada Bien de Interés Cultural. Aquel invento de José María Izquierdo fue convirtiéndose con el paso del tiempo en un acontecimiento anual de indudable repercusión. Si hay una noche en la que toda Sevilla se echa a la calle es esa del 5 de enero en la que todos somos niños. Y ha sido bajo el mandato del Jacinto Ilusión del Siglo XXI cuando la Cabalgata pasó de ser niños y caramelos, según el recordado José Jesús García Díaz, a BIC, lo que la equipara, por ejemplo, con el órgano de Santa Inés, ese instrumento que la Junta ha esgrimido para traer de cabeza a las pobres clarisas que no saben cómo salir de la trampa saducea que le han tendido desde San Telmo. Enhorabuena al Ateneo y al animoso Alberto Máximo por esta calificación, pero cuidadín con la Junta que las carga el diablo.
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