EL valor que tiene un acontecimiento televisivo es su excepcionalidad. Si todos los días fuera Nochebuena acabaríamos con Raphael como en el día de la marmota. En Estados Unidos se preparan para vivir este domingo la final de su liga de fútbol a empujones, la Superbowl, el único momento del año en que casi 100 millones de espectadores están viendo lo mismo. Es un pelotazo esperado. Sin llegar a esa expectación, Canal Sur cuenta con sus modestos pero efectivos acontecimientos, como la gala de playbacks del 28 de febrero; el mensaje de Chaves, je, je; o, como hoy viernes, la final del concurso del Carnaval de Cádiz desde el Gran Teatro Falla. Desde 1981 es un rito noctámbulo que congrega a forofos del humor y los gorgoritos, recogidos en sus mantas, aguardando al jurado con las pupilas como platos pese a que el dvd con disco duro ha aligerado la fastidiosa tarea de grabar tan maratoniano festín.

Pero este año Canal Sur ha abusado de su suerte y de la cita gaditana y ha emitido anteriormente tres achuchones seguidos, con doce horas de coros, chirigotas, comparsas y cuartetos que han empachado ya al espectador antes del atracón oficial del viernes. Si a eso le añadimos que la emisora municipal de Cádiz ha servido ya las preliminares para un buen paquete de espectadores potenciales, la final llega con menos sorpresa, con menos impacto, que en anteriores ediciones. Un acontecimiento como el Carnaval de Cádiz requiere más dosificación. Con la competencia añadida del youtube y la edición casera del dvd, pocos aguantan ya con la manta encima para contemplar a sus favoritas. Por mucho entusiasmo que le endiñen Paz Padilla, Modesto Barragán y cía, por muchas pantallas partidas, con perdón, con que nos obsequien para regodearnos en los detalles, la final de Cádiz llega hoy con agujetas en los ojos para muchos incondicionales