DE la quimera con el COI en Copenhague a las cifras del paro con el Inem. De la unidad de la patria al cainismo habitual. España regresa del prime time deportivo a la cruda realidad del share laboral. Fiada la suerte de la economía a la divina providencia, ahora lo que toca es Madrid 2011: los Juegos Olímpicos del Papa, llamados en román paladino Jornadas Mundiales de la Juventud. A falta de otras plusmarcas y antorchas, Rouco le quiere montar en agosto de ese año a Benedicto XVI un circuito urbano de catorce pasos de cristos y vírgenes. La comisión organizadora se ha emperrado en tener al Cachorro en ese vía crucis por Cibeles, Recoletos y la Castellana. A ver quién le pone pegas al Vaticano en el Consejo de Cofradías y en el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, alegando el delicado estado de la talla para montarla en el AVE. A cambio podría dar el banquero del Papa un donativo para restaurar Santa Catalina...

Ya pueden reservar sus billetes de AVE los capillitas que en el agosto playero tienen mono de levantás, palios y la izquierda alante. Las bullas de orilla no les suliveyan tanto. En su equipaje no olvidarán la silla plegable para convivir con el gentío globalizado. Habemus peregrinos.

Gallardón no puede convertir en pabellón olímpico la sede del Ayuntamiento, pero ya la ha ofrecido como sacristía para los mil obispos que estarán en la misa de Cibeles junto al Papa. Si es por seguridad, para guardar los pasos lo tiene a mano: el Banco de España. Si optan por la excepcionalidad artística, los colocarán en el Museo del Prado. Y a los costaleros del Cachorro los citarán en el Café Gijón para organizar la puesta en escena y los relevos, sabedores de que los televisan urbi et orbi.

Cuando se oriente Villalobos en la Diputación sobre la venta turística que tiene una procesión de este tipo en la provincia, pedirá audiencia con monseñor Asenjo para montarla cada año en un municipio distinto. Pasos buenos hay para dar y rotar. Es la nueva Ruta de la Plata.