SABER anticipadamente que los dos grandes no te tocan hasta la final es como para tomarse esta edición de la Copa del Rey muy en serio. Es más, el bombo ha sido también muy beneficioso a nivel doméstico, pues que un presunto derbi sólo pueda aparecer en semifinales es como para creer que el sorteo lo ha efectuado un sevillano. Hasta esa cota de semifinales, los caminos son bastante llanos con una sola tachuela, la que el Betis se encontraría en cuartos. Por la forma que muestra ahora, el Atlético de Madrid vuelve a ser el tercer equipo de la Liga, pero conocida su particular idiosincrasia nadie sabe cómo andará allá por enero.

Deparó el sorteo un puñado de buenas nuevas para el fútbol según Sevilla y que todos los que viven en Champions actualmente vaya por el otro lado del cuadro es para darse con un canto en los dientes. Son todos éstos argumentos con los que alimentar la idea de que la Copa de este año ha de cuidarse. Por lo pronto, Valladolid y Espanyol como primeros rivales de Betis y Sevilla. La historia, por si fuera poco, juega a favor de los nuestros y se da la circunstancia de que los pucelanos ya estuvieron en el camino bético que tuvo un final tan feliz como el que culminó cierta noche de junio en el Calderón para agarrar con ambas manos la primera Copa del Rey, la primera.

También el Sevilla guarda buenos recuerdos de sus colisiones coperas con el primer contrincante, ese Espanyol que tan dubitativamente camina por la Liga. Por lo tanto, nada que objetar hasta que Betis o Atleti aparezcan en semifinales. Está claro como el agua clara que esta edición de la Copa del Rey hay que afrontarla con todo cariño por parte y parte. Por lo demás, me imagino que este país tan masoquista estará flagelándose por la imposibilidad de ver una final entre los colosos. Sólo van a verse en la semifinal y qué hermoso sería que una semifinal la protagonizase el Clásico y la otra el Derbi, el único derbi que aceptamos a la sombra de la Giralda.