BREIKIN NIUS

Ignacio Gago /

Consejo gratuito

QUE el Ministerio de Industria sea competente en televisión viene a ser como que la dirección general de la Marina Mercante reclame competencias sobre las piraguas que circulan por el río Guadalquivir. Mientras que los toros cambian de tercio y pasan a depender del ministerio de Cultura, del que cuelga el cine, las cadenas aguardan a que concluya el anacronismo de rendir servidumbre al ministerio de Industria, Turismo y Comercio. La última vez que habló sobre televisión su titular, Miguel Sebastián, las cuevas de Altamira todavía registraban inquilinos que pintaban en las paredes.

Manda Trillos que la televisión, que financia 12 de cada 9 películas españolas -más o menos-, y a la que la ley obliga a sostener económicamente esta industria del entretenimiento, sea prácticamente una apestada en el mundo cultural. Para echar más guindas al pavo, es Cultura y no Industria quien otorga el Premio Nacional de Televisión. España, Liechtenstein y, puede que la Ciudad del Vaticano, son los estados europeos que carecen de algo parecido a un consejo audiovisual de ámbito nacional que agrupe la mayoría de las competencias sobre radio y tele. El proyecto del nonato Consejo Estatal de Medios Audiovisuales -CEMA- duerme en un cajón a la espera de tiempos económicos mejores y de un consenso para su creación, de momento imposible, entre PSOE y PP.

Los consejos audiovisuales cuentan con mala prensa. Y es así porque los que existen en nuestro país, Cataluña, Andalucía y Navarra, se mueven por impulsos y directrices políticas alejadas del negocio de la televisión. Mientras que el organismo de la comunidad foral trabaja casi en la clandestinidad, los otros dos saltan a los teletipos por inacción en polémicas que afectan a sus canales autonómicos o por asuntos tan televisivos como facturas de comilonas. Además, el catalán y el andaluz suelen mirar más la paja de las cadenas nacionales que las vigas en TV3 y la RTVA, ya que no es lo mismo criticar al vecino de escalera con el que te cruzas diariamente en el ascensor que al que sólo va de vacaciones. Por no hablar del reparto de asientos en los consejos, con unas cuotas políticas a imagen y semejanza del parlamento regional y que viste de flamantes consejeros a personajes que no distinguen un share de un rating, GH de Supervivientes o dan por hecho de que Alberto Oliart sigue jubilado como ministro de Defensa.

Las privadas temen al CEMA más que a un nublao y repiten que traerá censura. No es verdad. Los Consejos Audiovisuales Estatales traen orden audiovisual y también sanciones severas para las cadenas que se saltan la ley. Si el CEMA es una fotocopia aumentada del consejo andaluz tomará de nuevo vigencia la sentencia de Ortega y Gasset: "No es esto, no es esto".

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