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Francisco Correal

Ni a Cuba ni a Nueva York

HOY es 18 de julio, festividad de San Federico, y vamos a hablar de las vacaciones. La fecha es como un 2 de mayo en el que los españoles hicieron el papel de españoles y de franceses. Hemos tenido la discutible virtud de no necesitar enemigos. Francisco Franco Bahamonde, en ese sentido, era un taimado fabricante de borgianas ficciones: su capacidad de crear enemigos etéreos, que desgraciadamente se encarnaban en personas de carne y hueso, su delirante fantasmagoría, sería un género literario si no hubiera sido por sus funestas consecuencias. Todo dictador es en ese sentido un creador de mundos: los quiere a su medida, y toda esa carpintería de sueños, trasuntos de pesadillas, se pone a trabajar para fabricarle esa obra maestra. Sin duda por arriba y por debajo hay intereses inconfesables a los que les interesa este gran teatro del mundo. Siempre hay alguien que sale ganando en todas las situaciones, incluidas las democráticas, y lo curioso es que por lo general son siempre los mismos.

El doctor Federico Relimpio no fue precisamente de los que salieron ganando aquel 18 de julio. Se había reunido con un grupo de amigos de corte liberal y moderado, como él mismo, en el hotel Colón para compartir este capricho del santoral. Allí mismo los detuvieron y la mayoría no volvieron a celebrar más santos ni cumpleaños. Empezaban las largas vacaciones del 36, con el título de la película de Jaime Camino. Setenta y dos 18 de julio después, el país ha cambiado radicalmente: un grupo de multimillonarios en calzoncillos consiguieron que las calles y plazas volvieran a poblarse de banderas españolas, rompiendo esa sintonía simbólica que siempre existió entre los de abajo, por decirlo con palabras de Mariano Azuela, el proletariado militante, con el hermoso título de Anselmo Lorenzo, y los estandartes. La media aritmética entre aquellos currantes del desgarro, adictos a Mariana Pineda, y esta élite del balompié es esa clase media a la que el socialismo gobernante quiere mimar a partir de ahora según el tono de sus discursos congresuales. Mejor estar con la clase media que con media clase. Las ficciones de Franco se fueron con él a medida que se legalizaban los que habían sido representantes del mismísimo demonio, pero lo que sigue inamovible es la capacidad de quien gobierna para seguir evocando enemigos invisibles, fantasmas a su medida, espectros inspirados más en el marketing que en la realidad. En ese sentido, hay un franquismo irreal, un oscurantismo sacado del tiesto de la historia, una ficción creada por un antifranquismo de propaganda que sabe que los países progresan mucho más de lo que cambian y sus gentes se mueven más cómodas en los ideales que en las realidades.

Pero yo quería hablar de las cortas vacaciones del 2008. De los planes truncados. Los planes de Paco, que ya había sacado el billete para Cuba y lo tuvo que anular porque se ha presentado en su casa su novia cordobesa; los de Elena, la frutera, que quería ir a Nueva York, pero se va a quedar con los ganas, porque su madre es madrina de un amigo que se casa con una gallega y tienen que hacer por narices el camino de Santiago. Pero así da gusto anular los planes, no como entonces.

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