Visto y oído

Antonio / Sempere

David Trueba

David Trueba ejerce, desde esta semana, como crítico de televisión. Ya sé que él no se considera como tal, y que en su tarjeta de visita, por debajo de su nombre, aunque no hagan falta etiquetas, antes se pondría la de escritor, la cineasta, la de guionista, antes que la de crítico. En todo caso, digamos que es un escritor, cineasta y guionista que, siquiera a tiempo parcial, practicará el noble ejercicio de la crítica televisiva. Desde la página de Pantallas en el diario El País, allá donde estamparon su firma tiempo atrás Eduardo Haro Tecglen y durante el último año Enric González.

Y no tan a tiempo parcial. A cinco columnas semanales, de lunes a viernes, cuando lleguen las vacaciones de verano David Trueba ya habrá reunido 140 textos. Un libro. Un verdadero ensayo sobre el audiovisual contemporáneo, chequeado por un ser inteligente, lúcido y culto. Los mejores ensayos actuales se pueden leer en las ediciones de los periódicos.

La última vez que David Trueba compareció en un programa de televisión generalista fue la noche que condujo Carta blanca. Ni qué decir tiene que un servidor lo conserva en su archivo como una joya. No creo que se autocite. Aunque debería. Siquiera para constatar cómo es posible que una de los mejores formatos de la década pasada, pudo contar con tan escaso fervor de la audiencia.

En unos tiempos en los que la crítica televisiva ha sido extinguida de las cabeceras madrileñas de tirada nacional, de El Mundo, de Abc, de La Razón, de Público, y en los que para leerlas nos tenemos que remitir a diarios catalanes como La Vanguardia y El Periódico y las imprescindibles cabeceras provinciales, es un placer que la firma de David Trueba refuerce el panorama.

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