Alto y claro

José Antonio Carrizosa

Debajo de un brote verde

HARÍA mal José Antonio Griñán en refugiarse en una presunta mejoría de algunos indicadores económicos para trazar su estrategia política en base a que Andalucía está en condiciones de empezar a remontar la situación. Ese es un mensaje difícil de hacer calar en la opinión pública, que ve cómo el principal indicador de la crisis, la falta de empleo hasta unos niveles incompatibles con una sociedad desarrollada, no remonta ni parece que lo vaya a hacer en breve, como demuestra la EPA conocida esta semana. Sin duda, algunos datos de coyuntura, desde las ventas del comercio minorista hasta la demanda de electricidad, empiezan a no empeorar de forma tan dramática como en trimestres anteriores. Pero muy diferente es que nos permitan ser optimistas en el corto plazo.

Refugiarse en estos momentos debajo de los más presuntos que reales brotes verdes -expresión, por cierto, tonta donde las haya- es olvidar las lecciones que nos ha dado esta crisis sobre la debilidad de nuestra estructura productiva, la falta de competitividad de nuestra economía, la baja productividad o la escasa implantación en los sectores en los que una región como la nuestra deberá competir en el futuro que ya está aquí.

Transmitir mensajes poco realistas tiene además un efecto colateral cargado de riesgos. El de aumentar la desconfianza de la población hacia la clase política. Una situación a la que se refirió el pasado jueves en el Parlamento el presidente Griñán y de la que nuestros dirigentes deberían tomar nota con toda urgencia. La desafección hacia los políticos y lo que representan afecta a la médula del sistema democrático y por eso es tan peligrosa. En tiempos de crisis como éstos, los políticos tendrían que tener especial cuidado en cómo se comportan y cuáles son los mensajes que trasladan. En los momentos duros, y éstos son de los peores, es donde se ve la talla de los líderes. Y lo peor que se puede hacer ahora es poner por delante las conveniencias coyunturales y no abordar los cambios que nos deben devolver a la normalidad. Es tiempo de reformas más que de discursos. Esconderse tras la hojarasca, por muy verde que pudiera parecer, es una mala receta.

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