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francisco / andrés / gallardo

Elipsis

TRAS la alborotada y acre ruptura entre Mercedes y Antonio (ya lo dijimos, los cuernos siempre son un revulsivo cuando se ponen en una ficción), Cuéntame es como si hubiera vuelto a ser lo que fue. Aún es capaz de seguir sorprendiendo los jueves, tras la gorda 'pájara' sufrida a principios de la temporada en este tesoro de TVE. ¿Recortes? ¿Recomendaciones que terminaron en presiones y en desgana? ¿pérdida de inspiración? ¿tanteos para buscar otras salidas? Cuéntame, que ya se encamina a los trece años, tiene que ser lo que fue. Y lo que es: historias familiares entrelazadas a conciencia sobre un paisaje histórico muy reconocible para el espectador. Ya es patrimonio nacional y sentimental.

Y aquellos cuernos, en realidad un desliz frugal de Antonio, se descubrían en el electoral 28-O de 1982. La noche en que se recompuso la historia de los Alcántara, como si la imagen volviera nítida a la pantalla tras una de aquellas interferencias de nuestras tormentas en blanco y negro. Se recomponía la serie a riesgo de resquebrajar la imagen de padre ejemplar de Antonio-Imanol. Un par de semanas antes del fallecimiento de Adolfo Suárez el protagonista ficticio acudía a la sede del CDS en tan funesta noche para ambos. Antonio, infiel en la cama pero muy leal en la política, daba un apretón de manos al gran derrotado y redimido con los siglos. Los guionistas, algo ventajistas, han dibujado en Antonio al único español que no le volvió la cara a Suárez en el 82. Un indirecto bofetón a tantos aduladores de pésame.

El escarceo de Inés con su exmarido, Eugenio, y el accidente mortal de éste fueron contados con unas rotundas elipsis que no se estilan en nuestras ficciones, que siempre parecen contadas como a cámara lenta, explícitas, para que ningún abuelete pueda perder el hilo. Cuéntame es avanzadilla física y formal de la ficción televisiva en España. Lo sigue siendo.

Y menos mal que los que la hacen son conscientes de esa responsabilidad.

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