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Carlos Colón

'Furia rusticorum'

EL candidato del PSOE a la Alcaldía ha apostado por atraer inversiones para conectar las setas de la Encarnación con la Macarena, creando una "ruta comercial y turística" desde el engendro del germano hasta la muralla. ¿Están decididos a convertir toda la ciudad histórica en un mercadillo zafio, una invasión de veladores cutres que nada tienen que ver con las terrazas de los cafés europeos, un gigantesco entorno de la Catedral plagado de tienduchas con polvorientos trajes de flamenca colgados de las marquesinas y camisetas de eslóganes groseros? Se hubiera podido crear una ruta del mudéjar que a la ida fuera de San Isidoro a San Gil y la Macarena a través de San Luis; y a la vuelta fuera de San Julián a Santa Catalina por Pasaje Mallol, Santa Paula, San Román y Los Terceros. Se hubiera podido convertir la calle San Luis en una Via Giulia romana a la sevillana, en cuyas iglesias -algunas tan muertas como San Luis de los Franceses- se ofrecieran establemente conciertos de música antigua y barroca de la primavera al otoño (así, de paso, se ayudaría a tantos solistas y formaciones de extraordinaria calidad como hay en Sevilla).

Pero para hacerlo habría que apostar por el turismo cultural. Y ello obligaría a cuidar el patrimonio, conservar conjuntos y entornos, evitar intervenciones tan brutales como las de la Encarnación o la parte trasera de San Luis de los Franceses -Matalascañas hincada en el corazón de la ciudad- y restaurar los templos sin disecarlos (Salvador), desnaturalizarlos (San Román) o dejarlos medio abandonados a su suerte (Santa Catalina).

Lejos de ello el candidato del PSOE, en continuidad con la cutre, megalómana y parque-temático política del señor Monteseirín, apuesta por una improbable "ruta comercial y turística" que arranque, faltaría más, de las malditas setas que para él son un logro. "Dentro de unos años -ha dicho- ya no nos acordaremos de las polémicas en torno a este proyecto, sino que será una realidad perfectamente consolidada en la ciudad y entre los ciudadanos". Lo mismo hubieran podido decir los alcaldes franquistas de los derribos de teatros y palacios sobre los que se alzaron grandes almacenes que hoy son, quién puede dudarlo, realidades también perfectamente consolidadas entre los ciudadanos.

Política de hechos consumados. Confianza en lo peor de la ciudad: su volubilidad, cobardía y novelería. Oigo al candidato socialista y me encomiendo a los distraídos dioses de Sevilla, como los monjes medievales ante el furor de los bárbaros: "A furia rusticorum libera nos, Domine" (de la furia de los rústicos líbranos, Señor).

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