La ventana

Luis Carlos Peris

Golpe a la fiebre por el crucero

ESPELUZNANTE imagen la del Costa Concordia recortándose su silueta con la isla de Giglio al fondo y seguro que este pavoroso accidente incidirá en la fiebre por el crucero. Está claro que quien no ha hecho un crucero en su vida es un pobre paria según los más cerriles consumidores de la fiebre consumista que nos consume. Hacer un crucero es el triunfo del ocio, lo cercano al confort en estado puro, pues se trata de no darle un palo al agua desde la cena del capitán hasta que se atraca en origen. Pero en el crucero no todo está bien, pues a veces te topas con un capitán que se cree enteramente Nemo o una tormenta te pone de los nervios viendo cómo estás al pairo y a expensas del destino en su apartado más caprichoso. Y esta fiebre por el crucero va a atemperarse sin duda alguna viendo la silueta del barco hundiéndose o pensando en lo de esos recién casados japoneses que no podían escapar del camarote. Un golpe bajo a una fiebre más.

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