NUEVA jornada funesta para el fútbol según Sevilla con la particularidad de que ha dejado daños colaterales. Si el sábado era doloroso ver al Betis deambular por la fría pista palmesana, veinticuatro horas después nos estallaba en plena cara el peor Sevilla que se recuerda ante un Villarreal que iba a estrenarse como ganador en rodeo ajeno. Extraña cuestión ésta del Sevilla por mucho que la plantilla actual nada tenga que ver con las que llenaron de plata las vitrinas, pero es que Marcelino no ha sido capaz de cogerle el aire a la empresa más importante que figura en su currículo y así ha tenido que coger el portante.

Por un mero orden cronológico vayamos a diseccionar el fracaso del Betis en Palma y así nos encontramos con que no hay motivos para sorprenderse. Está claro que el hombre es el único animal que tropieza más de una vez en la misma piedra y Pepe Mel no es, precisamente, una excepción en dicha materia. No ha logrado dar con una alineación tipo si exceptuamos la fija titularidad de un portero que suele caer cada tarde en algún error de difícil comprensión y que no me digan que hace grandes paradas porque he ahí su obligación, no la de equivocarse en acciones que pertenecen al abecé de cómo jugar de guardameta en este precioso juego llamado fútbol.

Junto a la contumacia del errático portero, lo de que jueguen juntos Iriney y Cañas o que Beñat y Salva Sevilla sean suplentes mientras goza de titularidad Juanma. Son detalles que creo determinan la forma poco intensa y corta de imaginación que el Betis exhibió en Son Moix. ¿Y el Sevilla? Vaya recital de errores desde la pizarra a la hierba que el Sevilla dio frente a un Villarreal que se encontró con un regalo que no esperaba. Está claro que Marcelino nunca se enteró por dónde iba el agua y ha dilapidado la mejor oportunidad que la vida de entrenador le dio. Malísima jornada, una vez más, para este fútbol según Sevilla en horas tan preocupantemente bajas.