AUTOEXILIADO en el Cuerno de Oro Luis Aragonés llega Vicente del Bosque con todas las bendiciones. Ni siquiera los más nostálgicos por la marcha del hasta hace poco denostado seleccionador nacional cuestionan la valía del técnico charro. Es más, ni siquiera la más que probable repesca de Raúl levanta ampolla alguna, que todavía andamos en el nirvana que nació en el Tirol y no ha llegado todavía el tiempo de las críticas, que llegarán, seguro que llegarán, vamos si llegarán. Pero estamos en tiempo de tregua y tampoco vamos a llorar por la marcha del hombre que sólo supuso el cinco por ciento del éxito.

Me ha parecido cicatero el porcentaje que le ha adjudicado Ángel Villar a Luis respecto al éxito de la Eurocopa. Un 5 por ciento es una baja cuota para el director cuando su orquesta sonó como sonó. Así como tenía toda la culpa, no para Villar, de aquellas derrotas que tanta crítica le acarreó, en la hora del éxito debiera adjudicársela algo más de ese mísero cinco por ciento que le adjudica el jefe de la cosa. Pero a Luis ido, Del Bosque venido y está bien. Siempre vi en el salmantino a mi particularísimo retrato robot de seleccionador nacional y sigo opinando lo mismo por muy complicadas que Luis le haya dejado las cosas a su sucesor en el cargo.

Con Del Bosque será complicada la crispación habitual con el cargo y por ahí podemos llevar un importante trecho del camino andado. Algunos periodistas madridistas ya han puesto el parche antes de que brote el grano diciendo que a Vicente le reprochan su madridismo. ¿Y quién le puede reprochar a un seleccionador que sea de un equipo en concreto? Todos los hombres de fútbol tienen un equipo en el alma y tampoco vamos a ir al limbo a buscar un alma pura para darle el cargo, ¿verdad que no? Luego, que repesque a Raúl o no habrá que analizarlo en su momento. Particularmente me conformaría con que no toquetee demasiado lo que tan bien funcionó.