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PASA LA VIDA

Juan Luis Pavón

Impostura del duque de Belice

DESDE Washington con deshonor. Iñaki Urdangarín lleva dos años en la capital de Estados Unidos y todavía no ha aprendido, en la cuna del periodismo moderno, que de las verdades no hay que echarle la culpa al mensajero. De su primera declaración pública para contrarrestar el escándalo que provoca conocer su tráfico de influencias, lo único sensato es admitir el grave perjuicio que sus actuaciones profesionales están causando a la reputación del Rey como cúspide de un Estado de Derecho. Urdangarín lleva catorce años siendo yerno de don Juan Carlos y no ha aprendido la lección que el monarca imparte de respeto a la prensa libre y de reconocimiento a su papel como uno de los pilares de la democracia. Los periodistas no se han inventado ni la instrucción judicial, ni los testimonios de los implicados, ni los apuntes sobre cómo montar una fundación para llevárselo calentito, cómo hacer facturas falsas para disimular, y cómo urdir ingeniería financiera para evadir impuestos.

Por la décima parte de lo que ya se ha desvelado, Urdangarín tenía que haber salido mucho antes a la palestra para renunciar a usar el título de duque consorte de Palma de Mallorca, exonerar al Rey de cualquier implicación en su forma de ganarse la vida y asumir con gallardía que sus "actuaciones profesionales", a fuer de burdas estrategias para dar pelotazos por su cara bonita de yernísimo (como el marqués de Villaverde en tiempos de Franco), son el reflejo de una España de dolce vita (la de Camps en Valencia, Matas en Baleares, los ERE y Mercasevilla en Andalucía, entre otros muchos ejemplos) que ha abusado de las arcas públicas y que debe ser desterrada cuanto antes mientras millones de ciudadanos están ahora a dos velas.

Si tanto interés tenía en desviar millones de euros al paraíso fiscal de Belice, debe renunciar a su paripé laboral en Washington e irse a vivir a la antigua Honduras británica, litoral caribeño donde tenían cobijo los piratas para atacar a los barcos españoles. Y que le solicite a la reina Isabel II, jefa de Estado de aquel territorio tan edificante, el título de duque de Belice.

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