CONSIGUIERON los empleados que el Betis tiene para preservar la seguridad en el estadio identificar al tipo que le dio el botellazo a Armando. No obstante, el Betis fue sancionado con la pérdida de aquellos tres puntos, el campo fue cerrado una vez más, aquí paz y después gloria. Pero no, resulta que el desalmado que creó todo el desaguisado es ahora absuelto por esa Justicia que tenemos en un país que cada día cree menos en ella. Y no me digan que no hay motivo para tal descreímiento, pues no más que da la impresión de que el salvaje botellazo al portero del Athletic se lo propinó el Betis y no el ahora absuelto.

El Athletic, que siempre centró sus acusaciones en el club sevillano y que se aprovechó de los trenes baratos de la rebullasca para birlar los tres puntos en juego, quiere ahora que el peso de la veleidosa Justicia caiga sobre la cabeza del agresor. Le ampara toda la razón del mundo, pues ya es hora de que aquí pague las culpas el que origina el incidente y no el propietario del recinto. Nunca me expliqué qué cuota de responsabilidad es la que tiene el club local sobre una salvajada de uno de sus espectadores. A lo más que puede llegar es a identificar y detener al culpable, y eso lo logró el Betis, lo que se convierte en surrealismo cuando un juez dice que el tipo es inocente.

Deben los organismos que manejan el fútbol del mundo en que vivimos dejar de tirar piedras en el tejado propio, léase dejar de acosar a los clubes con multas que tienen mucho de afán recaudatorio y que las culpas caigan de una vez en los auténticos culpables. Este caso que ahora ha reaparecido es una prueba palmaria de la injusticia que supuso para el Betis lo de aquella noche de marzo de 2008. Ese botellazo a Armando supuso que, tal como se ha desarrollado el caso, dejó un perdedor indiscutible aparte del agredido portero rojiblanco, y fue el Real Betis Balompié, que perdió el partido, el dinero de la multa y tener que exiliarse otra vez, una vez más. Y van...