El balcón

Ignacio / Martínez

Juego, set y partido

LAS conversaciones del presidente en funciones en la cumbre europea son bastante banales. Para Rajoy, la política en España es un lío y probablemente habrá elecciones el 26 de junio. Se lo decía sonriente a Cameron. El primer ministro británico le podía haber contestado que eso será tres días después del referéndum para la permanencia del Reino Unido en la UE que él va a convocar. Otra historia muy divertida. Gran Bretaña se comporta en la Unión Europea como los nacionalistas en España, dando un tirón en cada generación. Hay actitudes y cifras similares. Cataluña significa el 19% del PIB nacional y el Reino Unido el 16% del PIB europeo.

En el momento de escribir este artículo todavía no había acuerdo en Bruselas, pero seguro que cuando usted lo lea se habrá compuesto un texto que permita sacar pecho al británico y salvar la cara al resto. Resulta enternecedor ver al grupo de pesos plumas que se reúnen en estas cumbres contemporáneas: escasean los líderes, en un momento de gran debilidad y grave crisis. Como mucho, hay algún peso medio.

Una generación muy distinta a la de Maastricht, no sólo por la potencia de los jefes de entonces, sino por la larga duración de sus mandatos coincidentes y la relación de respeto mutuo, por encima de las ideologías. En 1979 llegaron el demócrata cristiano belga Martens (trece años en el cargo) y la conservadora británica Thatcher (11 años y medio). En el 81, el socialista francés Mitterrand (14). En el 82, el democristano alemán Kohl (16), el socialista español González (13,5) y el democristiano holandés Lubbers (12). Desde el 83 el democristiano Andreotti fue seis años ministro de Exteriores y los tres siguientes primer ministro italiano. Y en el 84 debutó Santer (11).

De todos ellos, la única que no estuvo en Maastricht fue Thatcher, que dimitió en noviembre de 1990, entre otras cosas por su oposición a la entrada de la libra en el euro. Ese y otros logros permitieron en diciembre del 91 a su sustituto, John Major, al terminar la cumbre que aprobó el Tratado de la Unión Europea decir aquello de "juego, set y partido para Gran Bretaña". Entonces Major se vanagloriaba de la autoexclusión británica del euro y la carta social, así como de impedir el carácter federal del Tratado. 25 años después, el tirón de Cameron es limitar los derechos sociales a los inmigrantes de los otros 27 países de la UE, una normativa financiera más blanda para el Reino Unido y reforzar la capacidad de veto en el Consejo. Menos Europa. Poca broma.

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