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Ignacio / Martínez

Lecciones de la reyerta

LA reyerta entre los socios de la coalición que gobierna la Junta nos ofrece varias lecciones sobre lo que es la política doméstica: oportunidad, habilidad, comunicación. Susana Díaz no para de demostrar maestría en estos campos. Con la paralización de adjudicaciones a dedo de viviendas sociales a los okupas de la Corrala Utopía ha vuelto a bordarlo. Como siempre. En octubre, su servicio de propaganda consiguió convertir en ¡un escrache! una torpe protesta de alcaldes del PP en Málaga. Con eso nos quedamos todos; un acoso como tantos que le han hecho a Griñán o Chaves durante décadas elevado de categoría. Chapeau!

En el incidente de esta semana, hay que reconocerle a la presidenta don de la oportunidad. A todo el mundo le parece mal que autoridades públicas se salten listas de espera y baremos sociales para atender un caso en el que tienen un interés particular. Los socialistas, verdaderos profesionales del poder, han dejado en evidencia como pardillos a sus socios de IU. Los izquierdistas tenían militantes entre los okupas, han alentado la protesta desde la calle y desde el Gobierno y han hecho un paquete conjunto con casos muy dispares.

Al mismo tiempo, la jefa del PSOE ha puesto en suerte el toro de las elecciones anticipadas, en noviembre o cuando más le convenga. Mucho votante del PP hace dos años está dispuesto ahora a votar al PSOE para sacar a los comunistas de la Junta. Los populares andaluces siguen descabezados y en el seno de IU hay no pocas desavenencias entre radicales y pragmáticos. Y también choque de egos: seguro que Valderas y Cortés cuando se miran al espejo ven un candidato mejor que Maíllo. De hecho hay encuestas que dan mejor a Elena Cortés que a su coordinador regional. No es una novedad, Concha Caballero siempre sacaba mejor resultado en las encuestas que Valderas sin que eso tuviese eco en el rocoso aparato del PCA.

Lo sorprendente es que este caso no es nuevo. Esto de darle prioridad a un colectivo en apuros a costa de otros que pudiesen tener más derecho ha ocurrido siempre. Por qué, si no, se han destinado miles y miles de millones de pesetas a Santana, a Delphi, a Astilleros y no a otros que se han quedado sin trabajo en pequeñas empresas anónimas que se han ido al garete en el más completo de los silencios. Por qué los sindicatos acostumbraban a reclamar en las empresas públicas oposiciones restringidas para quienes habían entrado a dedo como interinos y no abiertas para dar igualdad de oportunidades a todo el mundo.

A los partidos se les llena la boca con el interés general, pero desgraciadamente suelen primar el suyo particular y más en vísperas electorales. También pesa el interés del grupo social que representan, lo que es legítimo. Pero los Gobiernos se deben a todos. En este país hay millones de personas en dificultades. Y las ayudas públicas deben socorrer antes a quien está peor, no a quien más grita o queda mejor en la propaganda.

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