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APedro Solbes lo van a volver loco. No la oposición con sus críticas, sino los socialistas con sus improvisaciones. Mientras más loan sus aptitudes de gestor solvente y timonel seguro de la política económica, más le fuerzan a desdecirse con sus ataques a la ortodoxia que él quiere representar. Lanzan ofertas electorales que el vicepresidente ha de justificar aunque no crea en ellas.

Tomen el famoso caso de los 400 euros. Primer asalto al discurso de Solbes: Zapatero se compromete a devolvérselos a todos los asalariados y pensionistas contribuyentes del IRPF (dejando fuera a los sectores sociales más desfavorecidos, los exentos por no llegar al mínimo de ingresos establecido por la ley; total, unos ocho millones de españoles sin importancia ninguna), y él se tiene que olvidar de que hace un par de semanas rechazó una medida semejante adoptada por Bush. Aquí no hace falta, vino a decir, porque no sufrimos la crisis de EE UU.

Segundo arrepentimiento, aún más concreto y pegado a nuestra realidad, sin necesidad de comparaciones con otros países. El portavoz del nacionalismo catalán, Sánchez Llibre, propuso hace poco en la Comisión de Economía del Congreso reducir las retenciones fiscales a los ciudadanos para reactivar el consumo y combatir la desaceleración económica, a lo que Solbes replicó que esa bajada "haría que tuviéramos más demanda interna y más presiones inflacionistas". El martes, la idea de rebajar las aportaciones a Hacienda ya le parecía, sin embargo, "bien calculada, bien diseñada y coherente". Donde hay patrón mirando hacia las urnas no manda marinero vigilando que cuadren las cuentas públicas.

Tercer round. Interpelado sobre la injusticia que supondrá dejar fuera de la bicoca de los 400 euros a los trabajadores autónomos -un mínimo de dos milones de personas-, Pedro Solbes admitió que la idea inicial era la de beneficiar sólo a asalariados y pensionistas, pero que su extensión a los autónomos "está encima de la mesa" y que "la decisión se tomará cuando salga la ley". Esto último me permito dudarlo. O mucho me equivoco o Zapatero anunciará de manera inminente que los autónomos trincarán también los 400 del ala. Y Solbes terminará por ceder una vez más. El hombre, en su soledad de experto, ignora que lo importante para quien oferta los 400 es que los autónomos lo sepan antes del 9 de marzo, no cuando se apruebe la norma. Ahí está su gracia, en la promesa que atrae el voto de un colectivo tan nutrido.

Igual que el Gobierno Aznar mareaba al sabio Barea desoyendo sus análisis y consejos y aplicando populismos varios, el Gobierno Zapatero marea a Solbes obligándole a desdecirse un día y el siguiente. Pero Barea era asesor y Solbes es vicepresidente.

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