Hoja de ruta

Ignacio Martínez

Medalla polémica

SE habrán enterado de que le han dado la Medalla de oro al mérito en las Bellas Artes al torero Francisco Rivera Ordóñez y se ha armado un revuelo. Lo siento por él. Ya es difícil que a uno lo distingan con una medalla. Pero ésta tiene para Rivera el valor sentimental de que el primer torero que la recibió fue su abuelo Antonio Ordóñez, en 1996. Después se la han dado a otros grandes maestros, como Curro Romero, El Viti, Pepe Luis Vázquez, El Litri, Álvaro Domecq, Antoñete, Rafael de Paula, Manolo Vázquez, Ángel Luis Bienvenida, Espartaco, Paco Camino, Manzanares padre, Ponce y José Tomás. No es mal elenco. Camino y Tomás han devuelto sus medallas. Morante ha dicho que es una vergüenza. Cayetano apoya a su hermano y no quiere torear con Morante. Lo dicho, un revuelo.

El mundo del toro está desorientado. Hago una ronda por mis amigos taurinos. Uno sevillano me pregunta quién asesora al ministro en la materia. (Me cuentan que el presidente del Congreso José Bono es amigo de Francisco. Y que su hermano Cayetano le hablaba en tiempos a una hija de Bono). A otro, rondeño, le sorprende que la faena del año pasado en la Goyesca sea argumento de la distinción. Un tercero pone el dedo en la llaga: "Que la gestión del Gobierno con la crisis o el terrorismo genere protestas, vale, son temas difíciles; pero que se columpie con las medallas de Bellas Artes, ya tiene delito".

Estas medallas al principio se daban de higos a brevas, hasta que con la democracia, en época de UCD, se empezaron a conceder anualmente, aunque los medallistas se podían contar siempre con los dedos de una mano. Es con el Gobierno de Aznar cuando se socializa el medallero y se empieza a distinguir a oficios ajenos a la bellas artes clásicas. Lo tradicional era ver a cantantes, pintores, escultores, arquitectos, músicos, actores, directores de cine, coreógrafos... Y en esto, aparecieron los toreros. Mientras que se trataba de ponerse al día y reconocer una carrera, la cosa fue bien. Pero este año con uno en activo se han encontrado con el purismo de la afición. Tampoco hay que escandalizarse. Ya levantó reticencias la primera incursión de las medallas en el mundo de la gastronomía, cuando se la dieron en 2006 a Ferran Adrià.

La lista completa de premiados está bien. Pero esta distinción, como las de otros países, tiene mucho de protocolaria; se ha premiado a cronistas taurinos a los que servidor no considera artistas. Rivera ha dicho que éste es un premio a su vida, a su esfuerzo. Mi colega Antonio Lorca ha escrito que como Francisco ha sido tan trabajador, que le hubieran dado la Medalla al Trabajo. Otros sugieren que las medallas las estrenó el abuelo y las va a liquidar el nieto. No será para tanto. Pero este episodio refleja que el mundo del toro sigue siendo muy purista. No está mal. El espíritu crítico es muy propio de los artistas.

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