Mensaje en la botella

Las derechas más extremas se han envalentonado y patrullan con sus escuadras de camisas negras y cazadores de jabalíes

Escribo estas líneas apresuradas mientras me escondo en una alcantarilla, como aquel personaje del gran Francisco Ibáñez, de nombre don Hurón, que vivía en la alcantarilla que había delante del número 13 de la rue del Percebe. Pero no tengo ganas de hablar de Ibáñez –nuestro Dickens de los tebeos, nuestro Galdós de las viñetas– porque las cosas no están para bromas. Los antifascistas lo estamos pasando tan mal que hemos tenido que ocultarnos en las alcantarillas. Las derechas más extremas del universo se han envalentonado y patrullan las calles con sus escuadras de camisas negras y garrochistas y cazadores de jabalíes y picadores de toros. Es horroroso. En plena calle –cualquiera puede verlo– están apaleando a los LGTBI, a las feministas, a los trans, a los inmigrantes ilegales, a los inmigrantes legales, a los animalistas, a los veganos, a los nudistas, a los actores de cine, a los actores de teatro, a los sindicalistas, a los carteros y a cualquier persona que tenga un mínimo de conciencia progresista. Nunca se había visto nada igual.

Esas bandas de bárbaros asaltan los cines, queman las librerías, destruyen las bibliotecas públicas y derriban los colegios públicos con una gigantesca bola de demolición (está claro que los grandes empresarios y los banqueros del Ibex 35 están contribuyendo con su apestoso dinero a esta campaña de exterminio). Dentro de nada empezarán con los institutos. Y luego continuarán con los hospitales públicos, las universidades, las academias, las escuelas de danza, los talleres literarios, los cine-clubs, los quioscos y hasta el último lugar donde se refugie la cultura. Los bárbaros no van a dejar nada en pie.

Escondo este mensaje en una botella y lo arrojo al vacío –igual que hacían los últimos judíos del gueto de Varsovia que enterraban en una lata el testimonio de su persecución– con la esperanza de que alguien lo encuentre en el futuro y pueda conocer la verdad de lo que está ocurriendo en estos días de espanto inconcebible. Los enemigos de la libertad están pisoteando todo rastro de justicia. La infamia vence, la verdad ha sido derrotada. No va a quedar nada de nosotros, los antifascistas que vivimos ocultos en las alcantarillas. El mal ha triunfado. Todo está perdido. Nuestra última esperanza, nuestra única esperanza, es que nos vote Txapote.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios