Domingo por la mañana. Pongo la radio. Corea del Norte ha probado con éxito una bomba de hidrógeno que puede incorporarse a un misil intercontinental. La explosión ha provocado terremotos en Rusia, China y Corea del Sur. Es el arma más poderosa creada por la ciencia, unas 100 veces más potente que la lanzada sobre Hiroshima y con efectos destructivos que teóricamente no conocen límites.

Salgo a pasear. Veo coches de la Policía Municipal sirviendo de barreras, furgones de la Policía Nacional, la plaza de la Virgen de los Reyes llena de macetones defensivos y policías nacionales patrullando con chaleco antibalas y ametralladora. Leo en la portada de nuestro periódico, a toda página: "La proliferación de actos masivos en la calle alarma al Ayuntamiento".

Nunca creímos, confesémoslo, que en el siglo XXI viviríamos tiempos en los que la paz mundial fuera amenazada por un esperpéntico tirano oriental comunista y las ciudades europeas tuvieran que blindarse para prevenir los ataques del terrorismo islamista que, invocando la guerra santa, amenaza con volver a convertir España en Al Ándalus y superar el límite que le impuso Carlos Martel en Poitiers. Reviven miedos ancestrales o centenarios. Es la hora de releer o leer el clásico El miedo en Occidente de Delumeau (Taurus).

Desde el año 711 al 1683, de la invasión de la península ibérica al segundo asedio de Viena -las criaturas son persistentes-, el Islam ha intentado conquistar Europa generando el tópico del "miedo al Moro" que tanto juego literario (Ya llegan, me dan sudores) ha dado. Lo de ahora, afortunadamente, tiene poco que ver con aquellos poderosos imperios. Pero la reivindicación es la misma, aunque sea hecha desde la más absoluta miseria cultural y en chándal y chanclas; y la estrategia del terrorista que muere matando desata inevitablemente el pánico. Se podrá gritar que no tenemos miedo, pero lo tenemos. Y la prueba es que las ciudades europeas se blindan afectando a nuestras vidas cotidianas.

En cuanto al dictadorzuelo de Corea del Norte, reedita el peligro amarillo que de finales del siglo XIX a los años 60 del XX tanto juego dio a la ficción, del Dr. Yen How de El peligro amarillo (1989) de M. P. Shiel al Dr. No de la novela homónima de Ian Fleming (1958, película en 1962) pasando por la esplendida serie de relatos de Fu Manchú de Sax Rohmer publicada entre 1913 y 1959. ¡Quién había de decirnos que en 2017 volverían estos temores!