Aun escritor que colecciona premios: Príncipe de Asturias de las Letras, Nobel de Literatura (este último otorgado "por su cartografía de las estructuras del poder y sus imágenes mordaces de la resistencia del individuo, su rebelión y su derrota"); el Cervantes y el Planeta entre otros, no se le pueden sino regalar hojas, miles de hojas, aunque sean de verduras donde escribir Gastronomía con mayúsculas, y política sin nada que hacer.

Rallamos 2 tomates y, en una cacerola con 50 ml de aceite de oliva virgen extra de Jaén caliente los sofreímos junto a una hoja de laurel y un poco de sal. En una sartén con otros 50 ml de aceite pochamos una cebolla en juliana. Pelamos y cortamos en rodajas un calabacín bizarro que emplatamos con un poco de sal y llevamos al potro microondas de tortura a 800 watios durante dos minutos. Con un aro metálico hacemos 3 círculos cortando 3 lonchas de queso semicurado. En una bandeja metálica colocamos un papel de hornear, un aro metálico sobre la bandeja, ponemos cubriendo el fondo 4 rodajas de calabacín, añadimos una cucharada de cebolla pochada, otra de tomate frito y cubrimos con un círculo de queso, operación que repetimos dos veces, hasta coronarla con un poco de pimienta y queso parmesano. Por último metemos en el horno de toda la vida a 210º unos 5 minutos, hasta que se gratine. Sacamos y emplatamos, con cuidado de no dañar tan frágiles manos.

Este plato es para coleccionistas. Mientras Vargas Llosa colecciona premios de literatura, la descendiente de los indígenas kapampanganos de la provincia filipina de Bataan, Preysler Arrastia colecciona parejas: un músico, un marqués, un ex ministro y ahora un escritor con el Nobel que también es marqués de Vargas Llosa, por real decisión de Don Juan Carlos desde 2011. Mil hojas, mil maridos, evitando cien años de soledad, qué mas da… No han sido incapaz de evitar La tentación de lo imposible.